Violentas protestas en las que participan cientos de grupos antiinmigración han estallado en pueblos y ciudades de toda Gran Bretaña después de que tres niñas fueran asesinadas la semana pasada en un ataque con cuchillo en una clase de baile para niños en Southport, en el noroeste de Inglaterra.
Los asesinatos fueron aprovechados por los grupos antiinmigración y antimusulmanes al difundirse la desinformación de que el sospechoso era un inmigrante islamista radical. La policía ha dicho que el sospechoso nació en Gran Bretaña. Los medios de comunicación han dicho que su familia era cristiana.
El sábado estallaron violentos disturbios en ciudades de todo el país, como Liverpool, Bristol, Hull y Stoke-on-Trent, así como en la localidad de Blackpool, y la policía local dijo que había detenido al menos a 87 personas. También hubo disturbios en Manchester y Belfast.
Se produjeron actos de vandalismo y saqueos en tiendas y comercios, se prendió fuego a una biblioteca en Liverpool y varios policías resultaron heridos, según declaraciones de la policía.
"La violencia criminal y el matonismo en nuestras calles no serán tolerados", declaró a última hora del sábado la ministra del Interior, Yvette Cooper.
"Las fuerzas policiales cuentan con todo mi apoyo para garantizar que quienes participen en desórdenes criminales se enfrenten a las penas más severas posibles".
Las protestas del sábado fueron las más generalizadas después de varios días de desórdenes tras los asesinatos. El primer ministro Keir Starmer ha dicho que son el resultado de acciones deliberadas de la extrema derecha, coordinadas por un "grupo de individuos absolutamente empeñados en la violencia", en lugar de una protesta legítima.
La última vez que estallaron protestas violentas en Gran Bretaña fue en 2011, cuando miles de personas salieron a la calle después de que la policía matara a tiros a un hombre negro en Londres.
Hay más manifestaciones previstas para el domingo, según los mensajes que circulan en las redes sociales.