El MPLA, dirigido por João Lourenço desde 2017, ha gobernado el segundo mayor productor de petróleo de África desde su independencia de Portugal en 1975. Pero el antiguo partido de la oposición, UNITA, es más fuerte que nunca, a medida que crece la ira por los fracasos del gobierno para convertir la enorme riqueza petrolera en mejores condiciones de vida para todos.

Angola, una de las naciones más desiguales del mundo, elegirá el 24 de agosto un nuevo presidente y legisladores en sus quintas elecciones multipartidistas desde las primeras en 1992.

La mitad de los angoleños viven en la pobreza y más de la mitad de los menores de 25 años están desempleados, hechos que UNITA espera aprovechar para prometer un cambio de régimen. La mitad de los votantes son menores de 35 años.

Una encuesta del Afrobarómetro realizada en mayo mostró que los angoleños que favorecen a la UNITA, liderada por el carismático Adalberto Costa Júnior, habían aumentado hasta el 22% desde el 13% de 2019, todavía siete puntos por detrás del MPLA. Casi la mitad de los votantes estaban indecisos.

"Sin duda, esta elección es la más tensa desde 1992", dijo el investigador de la Universidad de Oxford Ricardo Soares de Oliveira. "Hay una enorme volatilidad e imprevisibilidad, y el partido en el poder tiene mucho miedo".

Elegido por su predecesor, José Eduardo dos Santos, cuando éste abandonó el poder en 2017 tras gobernar Angola durante 38 años, Lourenço se comprometió a luchar contra la corrupción e impulsar la economía en un momento de crisis debido a la caída del precio del petróleo en 2014.

Investigó la corrupción durante la era de dos Santos, apuntando a los hijos del ex líder para tratar de recuperar miles de millones de dólares de ingresos desviados, un movimiento dirigido a tratar de "ganar algo de legitimidad popular", dijo Justin Pearce, profesor titular de historia en la Universidad Stellenbosch de Sudáfrica.

Lourenço también firmó un acuerdo con el FMI y mejoró los lazos con Occidente para reposicionar a Angola como un destino de inversión digno de confianza, pero tuvo que enfrentarse al COVID-19 y a la caída de los precios del petróleo, y luego al impacto de la invasión rusa de Ucrania.

"Las cuestiones que afectan a la gente de forma muy directa... no se han resuelto", afirma Jon Schubert, profesor de antropología de la Universidad de Basilea. "El coste de la vida es muy alto y los salarios valen un tercio de lo que valían hace seis años".

Angola salió de una guerra civil de 27 años entre el MPLA y la UNITA en 2002, pero Soares de Oliveira dijo que a los jóvenes les importaba poco esta historia y les preocupaban más los males económicos.

Eso aumenta el riesgo de que se produzcan protestas violentas, si sienten que sus voces no fueron escuchadas. Un informe del Instituto de Estudios de Seguridad señaló que si una victoria del MPLA se percibe como fraudulenta, podrían producirse disturbios.