Tras nuestro anterior artículo sobre el yen japonés, algunos de nuestros lectores querían entender los entresijos de la intervención del Banco de Japón. Al abordar las consecuencias y no las causas de la devaluación de su moneda nacional, los japoneses simplemente intentan ganar tiempo. Hay que reconocer que no hay muchas alternativas.

Para comprender mejor la situación, es importante dar un paso atrás. La población japonesa está envejeciendo y la tasa de natalidad no va a cambiar. Así que, desde hace treinta años, las autoridades intentan impulsar el consumo invirtiendo mucho (y no siempre con acierto). Para financiar esta labor y salir de la deflación, el gobierno aumentó año tras año sus emisiones de bonos.

El resultado ha sido una explosión de la deuda japonesa, que en porcentaje del PIB ha pasado del 50% en los años 80 a más del 260% en la actualidad.

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Fuente: Bloomberg

El servicio de la deuda pública representa ya casi una cuarta parte del gasto total de Japón, mientras que los tipos de interés a 10 años se mantienen por debajo del 1%, frente al 5% de Estados Unidos. En este contexto, es fácil comprender el dilema al que se enfrentan los responsables políticos japoneses. Subir los tipos de interés del 1% al 2% apoyaría la moneda, pero duplicaría la carga de los reembolsos de la deuda. Al recurrir a sus reservas de divisas para hacer bajar el yen, Japón espera matar dos pájaros de un tiro: calmar el ardor de quienes especulan con una caída de su moneda, y dar tiempo a la Reserva Federal para bajar los tipos con el fin de reducir el interés del carry trade. Mientras tanto, el USDJPY fluctúa entre 151,90 y 158,30/160,35.

Por lo demás, el EURUSD puso a prueba su resistencia en 1,0890 (junto al 4,33% del 10 años estadounidense), un nivel que, de superarse, allanaría el camino para que el dólar siguiera deslizándose hacia 1,1037.