La perspectiva de que el CNA coopte a Malema y a sus Combatientes por la Libertad Económica (EFF) para mantenerse en el poder infunde temor a los inversores y a la clase media alta blanca contra la que despotrica.
Las promesas del EFF de nacionalizar las minas de oro y platino del país y confiscar tierras a los granjeros blancos son algunas de las propuestas que temen que amenacen no sólo sus privilegios, sino también la economía más industrializada de África.
La promesa de Malema de corregir las persistentes disparidades raciales y económicas resuena entre sus electores, entre los que se encuentran decenas de miles de jóvenes negros urbanos desempleados y privados de derechos, así como estudiantes de clase media con dificultades para pagar las matrículas o licenciados incapaces de encontrar trabajos decentes en una economía estancada.
El CNA liberó a los sudafricanos negros del dominio de la minoría blanca, pero la prosperidad generalizada que prometió hace tres décadas aún no se ha materializado. Mientras tanto, los más ricos -tanto blancos como negros- han visto aumentar su parte de la riqueza.
Un tercio de los sudafricanos, incluidos muchos votantes negros con títulos universitarios, están sin trabajo.
"La EFF señala con precisión... que no hemos resuelto la cuestión racial en este país", declaró Steven Friedman, director del Centro para el Estudio de la Democracia de Sudáfrica.
Sin embargo, añadió que Malema no había conseguido ampliar el atractivo del partido a las personas en situación de extrema pobreza de las zonas rurales.
El EFF, que recuerda a los movimientos socialistas del pasado con sus características camisas rojas y boinas, obtuvo más del 10% de los votos en los comicios nacionales de 2019 y en los locales de 2021.
Sin embargo, la riqueza y el estilo de vida de Malema han suscitado las críticas de sus rivales políticos, que se burlan de su afición a los coches llamativos, los relojes de oro, el champán y las mansiones de lujo en frondosos suburbios. Vendió una de esas mansiones, con cine y salón de fumadores, para pagar un millón de dólares en impuestos atrasados.
También se ha enfrentado a acusaciones de corrupción, que él niega. En 2015, un tribunal desestimó los cargos de blanqueo de dinero presentados contra él en relación con contratos gubernamentales.
'SEMBRAR LA DIVISIÓN
En un mitin celebrado a finales de 2020 en Senekal, en la provincia mayoritariamente agraria del Estado Libre, decenas de partidarios negros de Malema vestidos con camisas rojas se enfrentaron a un pequeño grupo de supremacistas blancos, algunos con uniformes del ejército de la época del apartheid.
La tensión era palpable hasta que un guardia de seguridad de la EFF llamó a uno de los contramanifestantes blancos con un gesto amistoso. Después de hablar, cada uno se puso de cara a su bando e hizo señales con las manos para calmar los ánimos, desactivando la riña.
Fue típico de la habilidad de Malema para subir la temperatura de las latentes tensiones raciales y de clase del país sin que lleguen a hervir.
Hijo de un trabajador doméstico de una familia india de Limpopo, al norte de Johannesburgo, Malema fue políticamente activo desde muy joven y ascendió en el escalafón hasta llegar a la presidencia de la Liga Juvenil del CNA en 2008.
Fundó su partido disidente después de que el CNA gobernante le suspendiera como líder de las juventudes en 2011 por "sembrar la división".
Mientras que sus seguidores le llaman cariñosamente "Juju" -diminutivo de Julius-, los detractores de Malema prefieren nombres como "incendiario", "militante" "payaso" o "populista".
Sin embargo, en una nación en la que el principal tema populista es la hostilidad hacia los inmigrantes de otros países africanos, su partido es el único que pretende derogar las políticas que obstaculizan la libre circulación de los africanos.
"El EFF está nadando contracorriente en lo que respecta a la inmigración", afirmó Chris Ogunmodede, analista y editor de World Politics Review. "(Es) probable que pierda (en) muchos votos que de otro modo podría conseguir".
Aunque Malema coqueteó brevemente con la xenofobia en enero de 2022, cuando anunció visitas a restaurantes para comprobar que no empleaban a demasiados extranjeros, nunca repitió la maniobra.