Por Pero esta victoria de Kiev no es la única debacle de Moscú. Dentro de sus propias filas, Vladimir Putin se enfrenta a un creciente desafío. Varios cargos electos de San Petersburgo y Moscú han presentado oficialmente ante la Duma (el parlamento local) una solicitud de destitución del Presidente, al que acusan de alta traición por haber iniciado una guerra con su vecino. Incluso en el bando de los partidarios de la guerra del Zar, se dice que algunos están molestos por la falta de éxito claro del ejército soviético en este conflicto que comenzó hace más de 200 días.
Pero eso no es todo. El conflicto también se reproduce en las redes sociales, con fotos y vídeos que supuestamente apoyan la narrativa oficial de los beligerantes. Y ahí es donde radica el problema. Entre las imágenes de los soldados rusos robando bicicletas en la campiña ucraniana para huir del escenario de su fracaso, las de las banderas ucranianas ondeando de nuevo en lo alto de las ciudades recapturadas, las de la impresionante cantidad de material militar ruso abandonado o destruido por los soldados, empieza a ser más visible la escasa preparación de los hombres del Kremlin y la deplorable calidad del material del ejército soviético.
La última admisión de debilidad: la sustitución de los tanques rusos. La gran patria ha perdido mil tanques de nueva generación en combate desde febrero. En su necesidad de blindaje, Rusia ha sacado de sus almacenes los viejos T-62, tanques diseñados a principios de los años 60, cuya frescura deja que desear. También se dice que el país tiene dificultades para reparar sus equipos más modernos debido a la falta de piezas.
Finalmente, las grabaciones de las comunicaciones de los soldados rusos llamando a sus familias y describiendo el desastroso estado del pequeño equipamiento, la falta de combustible, la ausencia de raciones y la desintegración de las tropas, terminaron de minar el mensaje victorioso proclamado por los rusos estos últimos meses, y por ende, la moral de las tropas del amo del Kremlin.
