El país es uno de los principales proveedores mundiales de piensos, cuyas existencias están disminuyendo rápidamente en todo el sur de Europa, que depende de las importaciones.

Con Hungría, Serbia y Moldavia prohibiendo también las exportaciones mientras salvaguardan sus propios suministros, los costes para las explotaciones como la de Ferrari se han disparado, amenazando su futuro. Muchos se enfrentan al sacrificio de animales si la situación no mejora rápidamente.

"Este es un negocio familiar. Mi abuelo lo mantuvo durante dos guerras, mi padre vio una, pero no sé si superaremos ésta", dijo Ferrari.

Italia ha pedido que no se apliquen las normas de la UE que limitan las ayudas estatales al sector, mientras que España ha tomado medidas para permitir las compras de emergencia de maíz de Argentina y Brasil.

"Cada vez oigo más noticias de ganaderos que sacrifican sus animales, pero yo quiero evitarlo", dijo Elisabetta Quaini, que mantiene 1.300 vacas para la producción de carne y leche en su granja de Lombardía, en el norte de Italia. "Estoy decidida a seguir adelante, pero estoy muy preocupada".

"No es sólo el maíz, sino también la soja y numerosos subproductos que son difíciles de encontrar. Hay una lucha tremenda para conseguir lo que está disponible".

Michele Liverini, vicepresidente de la empresa productora de piensos para el ganado Mangimi Liverini S.p.A., dijo que si se sacrifican las vacas lecheras se necesitarían entre siete y ocho años para volver a producir leche.

Ucrania se encuentra entre los cuatro principales exportadores de maíz del mundo, y el cierre de sus puertos debido al conflicto ha tenido un gran impacto en los envíos.

"El problema es que ahora tenemos una tormenta perfecta. Cuando cesaron las exportaciones ucranianas, países como Moldavia, Serbia y Hungría intentaron dejar de exportar como medida proteccionista y nos encontramos con un gran problema en nuestros puertos", dijo Liverini.

"En los puertos italianos, donde los barcos de estos países llegan cada semana, sólo queda un suministro para 25 días".

GRANDES REBAÑOS

España tiene la mayor cabaña ganadera de la Unión Europea, con unos 58,8 millones de cabezas, según los datos de la UE para 2021, que abarcan cerdos, vacas, ovejas y cabras. Italia ocupa el cuarto lugar, con unos 22,5 millones de cabezas.

Los dos países producen una amplia gama de productos agrícolas de renombre internacional, como la Mozzarella di Bufala y el Prosciutto di Parma en Italia y el Jamón Ibérico en España.

Pietro Fusco, director general de Cirio Agricola, un productor de leche con dos explotaciones situadas cerca de Benevento, en el sur de Italia, dijo que el sector ya estaba estresado tras luchar durante dos años por la pandemia de COVID-19.

Dijo que estaban considerando dar menos alimento al rebaño como primera medida, pero que finalmente podrían verse obligados a sacrificar algunos de los animales para mantener la granja en funcionamiento y proteger los puestos de trabajo y las familias.

"También hay un problema con el transporte y, por tanto, la imposibilidad de tener suministros a tiempo", dijo.

Los futuros del maíz en Euronext, con sede en París, subieron hasta un récord de 420 euros la tonelada a principios de este mes, un 50% más desde la invasión rusa de Ucrania.

Las existencias de piensos también se han agotado en España, un importante cliente de Ucrania.

Agustín de Prada, gerente de la asociación de ganaderos españoles Asoprovac en Castilla y León, dijo que el aumento de los costes había sido brutal y planteaba dudas sobre la viabilidad de las explotaciones.

"Cuando venda los animales, ¿pondré otros nuevos? Pues a lo mejor no, porque no puedo, no me salen las cuentas".

Los productores argumentan que, para que puedan sobrevivir, los consumidores deben pagar precios más altos por productos como la carne, la leche y los huevos, lo que alimentaría aún más la inflación alimentaria, que se ha convertido en un problema importante en todo el mundo desde que comenzó la pandemia del COVID-19.

Emilio Rial, director del grupo Coren, una enorme cooperativa de agricultores en España, dijo que el coste de la producción de alimentos básicos se había disparado un 40%.

"Intentaremos no repercutirlo todo en el consumidor negociando con los grandes supermercados, pero los precios subirán inevitablemente", dijo.