La policía china reforzó el lunes la seguridad en los lugares donde se produjeron las protestas del fin de semana en Shangai y Pekín, después de que las multitudes allí y en otras ciudades chinas y decenas de campus universitarios hicieran una muestra de desobediencia civil sin precedentes desde que el líder Xi Jinping asumió el poder hace una década.

"Llevamos mucho tiempo diciendo que todo el mundo tiene derecho a protestar pacíficamente, aquí en Estados Unidos y en todo el mundo. Esto incluye a la RPC (República Popular China)", dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en un comunicado.

"Creemos que va a ser muy difícil que la República Popular China sea capaz de contener este virus mediante su estrategia de cero-COVID", dijo el portavoz, añadiendo que Estados Unidos estaba centrado en "lo que funciona" para combatir el virus, incluyendo el aumento de las tasas de vacunación.

Pekín y Washington han afrontado la propagación de la pandemia de coronavirus de formas muy diferentes, una división que ha reconfigurado la contienda entre las dos principales economías del mundo.

La política de Pekín de "cero contagio" ha mantenido la cifra oficial de muertos en China en miles, frente a más de un millón en Estados Unidos, pero se ha producido a costa de confinar a muchos millones de personas a largas temporadas en casa. Esto ha infligido grandes trastornos y daños a la economía china.

En los primeros momentos de la pandemia, la contienda entre los dos países se puso de manifiesto cuando trataron de pulir el peso geopolítico de sus países mediante la distribución de vacunas.

La reacción contra las restricciones a la COVID supone un revés para los esfuerzos de China por erradicar el virus, que está infectando a un número récord de personas después de que franjas de la población sacrificaran sus ingresos, su movilidad y su salud mental para evitar su propagación.

Durante su mandato, Xi ha supervisado la represión de la disidencia y la expansión de un sistema de vigilancia social de alta tecnología que ha hecho más difícil, y más arriesgada, la protesta.