LONDRES, 7 oct (Reuters) - El presidente Vladimir Putin está lidiando con la crisis interna más grave de sus 23 años de gobierno: una disputa cada vez más pública dentro de la élite rusa sobre quién es el culpable de las derrotas en Ucrania.

Desde que Boris Yeltsin le entregó la jefatura del Kremlin el último día de 1999, Putin ha construido a su alrededor una nueva élite ferozmente leal de antiguos espías, empresarios y tecnócratas que acordaron resolver todas las disputas en privado.

Sin embargo, las humillantes derrotas de la antigua superpotencia a manos de una Ucrania mucho más pequeña han debilitado la autoridad de Putin y avivado la sensación de crisis en Moscú, la que no se percibía desde el caos de la década de 1990 y que él había prometido extinguir.

"La autoridad de Putin se está viendo erosionada por los fracasos militares en Ucrania, y hay una sensación muy real de que una derrota en Ucrania socavaría fatalmente su autoridad", dijo Sergey Radchenko, historiador de la Guerra Fría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Johns Hopkins.

"La Rusia de Putin nunca había estado en un estado de crisis aguda, pero ahora hay una sensación de crisis aguda porque cada día, a medida que la posición de Rusia empeora en el campo de batalla, la posición de Putin se deteriora".

Desde 1999, Putin ha capeado una serie de crisis, desde el hundimiento del submarino nuclear Kursk en 2000 y la crisis de los rehenes en un teatro de Moscú en 2002 hasta las protestas antigubernamentales de 2011-12, pero ninguna otra situación ha sido una amenaza tan clara como la posible derrota en Ucrania.

Más de siete meses después de que Putin ordenó la invasión, las derrotas en los campos de batalla a unos 1.000 kilómetros de Moscú han vuelto a socavar la autoridad del jefe del Kremlin justo cuando celebra su cumpleaños 70.

El Kremlin no respondió a una solicitud de comentarios, pero Putin considera que la guerra en Ucrania es un conflicto mucho más amplio con Occidente, que, según él, humilló a Rusia tras el colapso soviético de 1991 y ahora está consipirando para dividir al país.

La guerra, sin embargo, ha obligado a Putin a gastar grandes cantidades de capital político, económico, diplomático y militar.

Mucho dependerá de cómo le vaya a Rusia este invierno. "Putin es un rehén de la situación militar", dijo Tatiana Stanovaya, directora de la consultoría política R.Politik. "Se debilitó mucho después del 24 de febrero".

¿NUCLEAR?

Un Putin muy debilitado, o incluso desesperado, podría dar paso a una fase mucho más peligrosa de la guerra, y ha advertido a Occidente de que cualquier ataque a territorio anexionado por Rusia podría provocar una respuesta nuclear.

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zakharova, dijo a periodistas el jueves que la posición de Rusia -que nunca debe librarse una guerra nuclear- no había cambiado.

El presidente Joe Biden dijo esta semana que las advertencias nucleares de Putin habían acercado al mundo al "Armagedón" más que en cualquier otro momento desde la crisis de los misiles cubanos de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos estuvieron cerca de una guerra nuclear.

En casa, sin embargo, Putin se enfrenta a disensos dentro de la élite, que se vio sorprendida tanto por su invasión de Ucrania el 24 de febrero como por la movilización del 21 de septiembre -la primera desde la Segunda Guerra Mundial-, a menos de un año y medio de las elecciones presidenciales de 2024.

La pérdida del bastión de Lyman, que pone en peligro las partes occidentales de la región de Luhansk anexionada a Rusia, enfureció a dos estrechos aliados de línea dura, el líder checheno Ramzan Kadyrov y el fundador del grupo mercenario Wagner, Yevgeny Prigozhin.

Kadyrov y Prigozhin ridiculizaron a los generales de alto rango, diciendo que el Ejército estaba plagado de nepotismo y que los oficiales de alto rango deberían ser enviados al frente descalzos para expiar sus pecados.

"Las críticas de Kadyrov probablemente reflejan una lucha de poder bajo la alfombra en el propio Moscú: no es sólo él quien emite esas opiniones", dijo Radchenko.

SHOIGU

La ira pública contra los generales de alto rango e, implícitamente, contra el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, plantea un problema a Putin: ¿despide a los altos mandos a mitad de una guerra y se arriesga a la ira de los militares o se arriesga a asumir él mismo la culpa?

Shoigu, uno de los aliados más cercanos de Putin, fue nombrado en 2012. Los dos hombres pasaban regularmente las vacaciones juntos en los bosques y montañas de la región de Tuva de donde proviene Shoigu.

Otro de los focos de las críticas de Kadyrov es Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor de Rusia. Tanto Shoigu como Gerasimov tendrían que autorizar cualquier ataque nuclear ruso, al igual que cualquier posible sustituto.

"Cada vez hay más grietas en la élite", dijo Abbas Gallyamov, antiguo redactor de discursos del Kremlin.

"Si el Ejército consigue estabilizar la línea del frente, puede tardar más, pero llegará un punto en el que Putin no podrá ni terminar la guerra, ni continuarla".

(Reporte de Reuters; Editado en español por Javier López de Lérida)