Por Flexibilización de las relaciones. Así suena después de la reunión de tres horas entre los dos hombres, que reconocieron públicamente que un conflicto entre ellos no ayudaría a ninguno de los dos, que la comunicación debía continuar y que sus economías eran demasiado interdependientes como para intentar dar la vuelta a la situación. Esta es una buena noticia para todos los demás países que se encuentran atrapados de una manera u otra entre estas dos superpotencias.
La otra noticia es menos bienvenida. Como era de esperar, ambos hombres se mantuvieron firmes. El jefe de Estado chino cerró rápidamente el tema de Taiwán, censurando cualquier inserción estadounidense en el debate. En cuanto a Ucrania, el jefe del Partido Comunista no soltó mucho más lastre. Si, de acuerdo con su homólogo estadounidense, se opuso al posible uso de armas nucleares en el conflicto ruso-ucraniano y se manifestó a favor de la reanudación de las conversaciones, se negó a condenar la ofensiva de Vladimir Putin sobre su vecino.
Por su parte, Biden abordó el delicado tema de los derechos humanos y los trabajos forzados de los uigures en Xinjiang y reafirmó su apoyo al Tíbet y a Hong Kong en particular. Sin embargo, pidió ayuda a su interlocutor sobre el espinoso problema norcoreano y le instó a utilizar su influencia para calmar el ardor de Kim Jong-Un. No está claro que vaya a ser escuchado, en un momento en que éste está desplegando un número récord de misiles alrededor de sus fronteras.
Pero así es el juego de la diplomacia internacional. "Hay casos en los que todo el arte de la diplomacia consiste en mantener los problemas intactos el mayor tiempo posible", escribió André Frossard, un académico francés cuya existencia acabo de descubrir (perdonen mi falta de cultura). Una cita que yo suavizaría un poco, reformulándola: "El arte de la diplomacia consiste en mantener intactas, el mayor tiempo posible, las situaciones que parecen más explosivas". Según lo que acabo de leer.
*El Guandao es un arma blanca tradicional china.
