La economía turca se recuperó con fuerza de la pandemia del COVID-19 para crecer un 11,4% en 2021. Creció un 7,5% en el primer trimestre y un 7,6% en el segundo, prolongando su buena racha gracias a la fuerte demanda interna y a las exportaciones.

Pero la economía se enfriará en el resto del año, ya que tanto la demanda interna como la externa se relajan, en parte debido a la desaceleración de los principales socios comerciales que perjudica a las exportaciones.

Se esperaba que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) de Turquía se situara en el 4% interanual en el tercer trimestre, según la estimación media de 13 economistas que participaron en la encuesta de Reuters. Las previsiones oscilaban entre el 3,0% y el 4,8%.

Dada la desaceleración prevista, la estimación mediana de 13 economistas para el crecimiento del PIB en 2022 se situó en el 5%, en una horquilla del 4,50% y el 5,60%.

El programa económico del presidente Tayyip Erdogan de los últimos 14 meses dio prioridad al crecimiento y a las exportaciones, y pretendía atajar la inflación apuntalando los déficits crónicos por cuenta corriente en lugar de subir los tipos.

Un ciclo de flexibilización el año pasado llevó a la lira a terminar el año con una caída del 44% frente al dólar y este año se ha desprendido otro 29%, llevando la inflación a un máximo de 24 años de más del 85% en octubre.

En agosto, el banco central volvió a recortar los tipos, en otros 500 puntos básicos, hasta el 9%. Citó los signos de una desaceleración económica para su flexibilización.

Ankara espera un crecimiento del 5% este año y en 2023.

El Instituto de Estadística turco anunciará los datos de crecimiento del PIB del tercer trimestre a las 0700 GMT del 30 de noviembre.