Jiang murió en su ciudad natal, Shanghai, justo después del mediodía del miércoles, a causa de una leucemia y un fallo orgánico múltiple. Tenía 96 años.

Todavía no se ha fijado una fecha para su funeral.

La primera página del Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista, dedicó toda su portada a Jiang y llevó una gran foto suya con sus características gafas de "sapo".

"El querido camarada Jiang Zemin nunca será olvidado", decía en su titular, por encima de una noticia que reeditaba el anuncio oficial de su muerte.

Las banderas ondearon a media asta en los principales edificios gubernamentales y en las embajadas chinas en el extranjero, mientras que las páginas de inicio de las plataformas de comercio electrónico Taobao y JD.com también se tiñeron de blanco y negro.

Sin embargo, los gobiernos extranjeros, los partidos políticos y los "personajes amistosos" no serán invitados a enviar delegaciones o representantes a China para asistir a las actividades de duelo, dijo la agencia oficial de noticias Xinhua.

En uno de los mayores bancos extranjeros de China, se ha pedido a los empleados que vistan de negro en las reuniones con los reguladores, se ha solicitado a los altos cargos que no se fotografíen en las fiestas y el banco ha suspendido las actividades de marketing durante 10 días, dijo a Reuters un alto ejecutivo de la entidad crediticia, que habló bajo condición de anonimato por no estar autorizado a hablar con los medios.

La muerte de Jiang se produce en un momento tumultuoso en China, donde las autoridades están lidiando con inusuales protestas callejeras generalizadas entre los residentes hartos de las severas medidas de contención de la COVID-19 a casi tres años de la pandemia.

China también está inmersa en un enfrentamiento cada vez más malhumorado con Estados Unidos y sus aliados en torno a todo tipo de cuestiones, desde las amenazas chinas a Taiwán, gobernado democráticamente, hasta el comercio y los derechos humanos.

Aunque Jiang podía tener un temperamento feroz, su lado jocoso, en el que a veces cantaba para los dignatarios extranjeros y bromeaba con ellos, contrasta notablemente con su sucesor Hu Jintao, más rígido, y con el actual presidente Xi Jinping.

Algunos usuarios de las redes sociales chinas han publicado fotos y vídeos de Jiang hablando o riendo y artículos sobre su discurso de 1997 en la Universidad de Harvard en inglés, recordando una época en la que China y Occidente estaban en mejores términos.