Uno podría pensar que con el popular indicador de la CNN sobre el sentimiento de los inversores atascado en el "miedo extremo", haría falta alguna noticia seriamente buena para levantar los mercados en estos días.

Pero todo lo que hizo falta ayer fue un soplo de optimismo COVID-19 de China y unos datos decentes sobre el comercio minorista en EE.UU. para que los mercados mundiales de renta variable volvieran a estar en modo de riesgo alegre.

Los valores tecnológicos y de crecimiento que muchos inversores ya no tocarían ni con una pértiga tuvieron un rendimiento superior, con Microsoft, Apple Tesla y Amazon elevando el S&P 500 y el Nasdaq.

El estado de ánimo optimista fue difícil de conciliar con la encuesta mensual de BofA, autodenominada "extremadamente bajista", que mostró que los gestores de fondos no habían estado tan infraponderados en acciones desde mayo de 2020.

Los operadores supuestamente cansados también estaban más que contentos de alejar al dólar de los máximos de dos décadas de la semana pasada y lanzarse a las apuestas de divisas más arriesgadas en Oceanía, Asia, Europa e incluso el ciberespacio, con el bitcoin reclamando de nuevo 30.000 dólares.

Al impulso alcista de los rivales del dólar se sumó el rápido aumento de los rendimientos de los bonos, que muestra la confianza en que los bancos centrales podrán seguir endureciendo su política monetaria, a pesar de los persistentes temores de recesión, y la caída del índice de sorpresa económica de Citi en territorio negativo.

Ni siquiera el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, insistió en que los tipos de interés subirían tanto como fuera necesario para frenar la inflación, lo que no disuadió a los partidarios de comprar la divisa.

Sin embargo, tal y como está esta mañana en Europa, la última tanda de datos podría hacer dudar a los toros antes de intentar seguir con este tímido rebote.

Considere lo siguiente: en las últimas horas, Japón anunció que su economía se contrajo en el periodo enero-marzo, China dijo que los precios de las viviendas nuevas en abril cayeron y Gran Bretaña acaba de desvelar su mayor lectura de inflación desde la década de los 80, con la friolera de un 9% en abril.