Por David Winning y James Glynn 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

SÍDNEY--El repunte de los precios de las materias primas está proporcionando beneficios imprevistos a países que suministran metales fundamentales para la recuperación mundial de la pandemia, aunque esto podría enmascarar problemas como unas tasas de contagio elevadas y unas lentas campañas de vacunación.

Los precios del mineral de hierro y del cobre han marcado máximos históricos esta semana, porque los billones de dólares en estímulos inyectados en todo el mundo alimentan la demanda de metales. Parece que la historia se repite para países exportadores como Australia y Chile, que se beneficiaron del elevado gasto en infraestructuras de China y otros países cuando trataban de recuperarse de la crisis financiera de hace más de una década.

El alza de los precios ayuda a los países que producen materias primas porque obtienen más ingresos fiscales, que pueden emplearse en pagar medidas en materia de sanidad y otro tipo de apoyos para la economía cuya necesidad ha quedado patente por culpa de la pandemia. Al endeudarse menos, los países pueden quedar más protegidos frente a futuras conmociones económicas. El incremento de los precios de las materias primas puede ser un motor para las bolsas y ayudar a aumentar los beneficios de compañías mineras como BHP Group Ltd y Rio Tinto PLC, que luego retribuyen a sus accionistas con generosos dividendos.

Los productores de crudo, desde Estados Unidos a Rusia pasando por Oriente Próximo, podrían beneficiarse de una tendencia similar. Aunque los precios del petróleo no se acercan a niveles récord, han subido recientemente ante las optimistas previsiones de la demanda mundial conforme progresa la vacunación y se levantan las restricciones a los viajes. El Brent, el contrato de referencia mundial, gana más del 30% este año.

Con todo, los gobiernos que apuestan por que la continuación de estos ingresos extraordinarios por cortesía de los elevados precios de las materias primas aumente el gasto a corto plazo son vulnerables si los precios bajan. La bonanza de los precios de las materias primas también amenaza con acelerar la inflación en todo el mundo. Los responsables de la política monetaria podrían tener que intervenir para evitar que se formen burbujas, por ejemplo subiendo los tipos de interés aunque la recuperación económica sea todavía débil.

Los elevados precios de las materias primas también pueden suponer un reto para países que tienen que importar petróleo, gas o metales. E incluso para los países productores, los mayores precios no siempre son una solución rápida que relance el crecimiento económico. La economía brasileña, por ejemplo, ha tenido dificultades durante la última ola de la pandemia pese a ser un exportador importante de mineral de hierro.

Sin embargo, Australia, que representa más del 50% de las exportaciones de esta materia prima en todo el mundo, es un ejemplo de cómo puede cambiar la fortuna a mejor cuando sus precios se sobrecalientan. La previsión del déficit público del país anunciada el martes para los 12 meses hasta junio ascendió a 161.000 millones de dólares australianos, US$126.000 millones. Seis meses antes, esperaba que su déficit se disparara a casi 200.000 millones de dólares australianos.

La mejoría de las finanzas australianas se debe en gran parte al control de la pandemia y al impacto de las medidas de estímulo que incluyen subsidios salariales para los trabajadores. Pero la escalada del precio del mineral de hierro, que el miércoles tocó un máximo de US$233,10 por tonelada métrica gracias a las mayores compras de esta materia prima por parte de las fundiciones chinas, también tiene un papel importante.

"El precio del mineral de hierro ha subido mucho más de lo que en un principio preveíamos", comentó Josh Frydenberg, responsable del Tesoro australiano.

Los planes de gasto de Australia para los próximos 12 meses se basan en una caída del mineral de hierro a US$55 por tonelada. Si se mantiene en US$230 por tonelada, Australia obtendrá ingresos anuales adicionales por US$15.500 millones, según estima George Tharenou, economista de UBS. Eso amortiguaría el impacto económico en Australia del cierre de fronteras durante más tiempo, incluidos sectores como el turismo y la educación para extranjeros, y el lento comienzo en el programa de vacunación.

El banco central australiano revisó al alza la semana pasada su proyección de crecimiento del Producto Interior Bruto para 2021 al 4,75% desde la previsión de febrero del 3,5%.

"Los mayores beneficios de la minería también impulsan a los precios de las acciones, ayudando a apuntalar las finanzas de las familias en un momento en el que las inversiones tradicionales en depósitos a plazo apenas ofrecen rentabilidad", señala Kieran Davies, estratega jefe de Coolabah Capital.

Hay otra ventaja para Australia a medida que el rally del mineral de hierro mitiga la presión comercial de China. El gigante asiático impuso el año pasado una serie de restricciones a las importaciones y gravámenes sobre los productos australianos como la cebada y la carne de vacuno, tras el descontento provocado por el primer ministro del país, Scott Morrison, cuando solicitó una investigación internacional sobre el origen de la pandemia del Covid-19 en China. Sin embargo, su dependencia del mineral de hierro australiano hizo que esta materia prima no estuviera en el blanco de las actuaciones de Pekín.

El Banco Mundial espera que los precios de los metales suban cerca del 30% este año antes de caer en 2022, a medida que el crecimiento espoleado por los estímulos pierda fuelle y las restricciones para el suministro se levanten.

-Escriba a David Winning a david.winning@wsj.com y a James Glynn a james.glynn@wsj.com

Versión española de Carlos López Perea carlos.perea@dowjones.com

Editado por MEG y NUC

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May 14, 2021 10:32 ET (14:32 GMT)