En su viaje de tres días, Scholz ha tratado de subrayar la unidad, señalando que los tres países que visita -Argentina, Chile y Brasil- condenaron la invasión rusa en la Asamblea General de las Naciones Unidas el año pasado.

Sin embargo, las consecuencias de la guerra y de las sanciones occidentales a Rusia, como la subida de los precios de los alimentos y de la energía, han golpeado con especial dureza a la región, planteando interrogantes sobre el enfoque de Occidente.

Fernández dijo en una conferencia de prensa conjunta con Scholz en Buenos Aires el sábado que Argentina, al igual que Alemania, quería ayudar a restablecer la paz lo antes posible.

Pero cuando se le preguntó si Argentina enviaría armas a Ucrania para defenderse de las tropas rusas, como habían hecho Alemania y sus aliados occidentales, dio un rotundo no.

"Argentina y América Latina no tienen previsto enviar armas a Ucrania ni a ninguna otra zona de conflicto", dijo.

El presidente chileno, Gabriel Boric, no se refirió a la guerra en sus declaraciones iniciales en una conferencia de prensa con Scholz en Santiago de Chile el domingo, centrándose en cambio en la cooperación económica, en particular en el sector de las materias primas.

En ambos países, Scholz visitó monumentos en memoria de las víctimas de sus dictaduras militares que, según dijo, subrayan la necesidad de luchar por la democracia y la libertad.

"En este memorial a las muchas víctimas de la dictadura aquí no puedo evitar pensar en los jóvenes que están siendo asesinados en Irán porque luchan por la libertad y por una vida mejor", dijo en Buenos Aires.

Funcionarios del gobierno alemán dicen que es comprensible que los países latinoamericanos, tan alejados de Europa y con preocupaciones tan distintas, tengan opiniones divergentes sobre la guerra, pero destacaron la importancia de seguir transmitiendo la perspectiva de Berlín.

Scholz viaja el lunes a Brasil para convertirse en el primer dirigente occidental que se reúne con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva desde su investidura.

Europa quiere recomponer las relaciones con el país más grande de Sudamérica tras la salida del divisivo ex presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro.

Es probable que la resistencia de la democracia ocupe un lugar destacado en la agenda de las conversaciones, dado el asalto a edificios gubernamentales a principios de este mes por parte de partidarios de Bolsonaro.

Aún así, cabe esperar diferencias una vez más.

El año pasado, Lula dijo que Rusia nunca debería haber invadido Ucrania, pero añadió que el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy era tan culpable de la guerra como el líder ruso Vladimir Putin.