Es un movimiento estruendoso en la industria de los videojuegos. Microsoft va a comprar Activision Blizzard y probablemente ha lanzado una de las bombas más monumentales de la industria del entretenimiento en los últimos años. El grupo de Bill Gates ha puesto sus ojos en lo que puede llamarse con seguridad el mayor acuerdo jamás realizado en el sector del juego. El acuerdo, valorado en casi 70.000 millones de dólares, convertirá a Microsoft en la tercera empresa de juegos en términos de ingresos, por detrás del dragón Tencent y la japonesa Sony. La ambición es claramente  de poseer "own" a los dos líderes (en otras palabras, "derribarlos" en lenguaje geek).

Las franquicias como World of Warcraft, Diablo, Overwatch, Call of Duty y Candy Crush están ahora en manos del gigante americano. Esto tiene el efecto de añadir mucho valor a Game Pass, el negocio de suscripción de videojuegos de Microsoft, y a sus 25 millones de usuarios. Incluso se podría decir que con 400 millones de jugadores activos mensuales en 190 países, Activision Blizzard llevará a Xbox a nuevas cimas. 

En el fondo, podemos imaginar claramente que la adquisición es estratégica en la estela del desarrollo del metaverso. Un término tan de moda últimamente, sobre todo tras el cambio de marca de Facebook como Meta. Tras anunciar hace dos meses que iba a desarrollar entornos virtuales y avatares en entornos 3D a través de su aplicación de trabajo colaborativo Teams, es una apuesta segura que Microsoft entrelazará sus soluciones metaversas con su actividad de "gaming". Ya podemos imaginarnos enfrentándonos a nuestros adversarios: orcos, trolls, tauren, elfos de sangre, goblins y otras monstruosidades con nuestros auriculares de realidad aumentada. Lo principal será no lanzarse contra un muro en el mundo real. 

Microsoft
Dibujo de Amandine Victor