Los defensores del clima se oponen a que se siga utilizando el carbón por ser el combustible fósil más intensivo en carbono, pero la industria ve posibilidades de obtener grandes beneficios.

La demanda y los precios del carbón se han disparado tras la invasión rusa de Ucrania el año pasado, que llevó a algunos países europeos a pasar del gas, más bajo en carbono, al carbón debido a la interrupción del suministro energético.

"No me cabe la menor duda de que el carbón está aquí para quedarse mucho más tiempo de lo que la mayoría de la gente predice", declaró a Reuters July Ndlovu, director ejecutivo de Thungela, al margen de una conferencia minera africana en Ciudad del Cabo.

Es probable que la mayor demanda proceda de los mercados emergentes de Asia y África.

"Sabemos que en esos mercados (emergentes) es probable que el uso del carbón siga formando parte de la combinación energética durante las próximas dos décadas, quizá tres", afirmó.

Thungela, principalmente exportadora de carbón con activos sólo en Sudáfrica, se vio afectada el año pasado por los embotellamientos portuarios y ferroviarios en el país que provocaron la pérdida de casi 600.000 toneladas de exportaciones.

También se llevó la peor parte de los continuos cortes de electricidad en el país que redujeron su producción.

Como consecuencia, ha buscado formas de diversificarse.

La semana pasada acordó comprar a la japonesa Idemitsu Kosan Co una participación del 85% en la mina de carbón de Ensham, en Australia, por 240 millones de dólares.

Ndlovu afirmó que la empresa seguirá buscando oportunidades para comprar carbón u otras materias primas a granel, pero que tiene menos interés en unirse a la carrera por los metales en batería, como el cobre y el cobalto.

Dijo que la financiación de las adquisiciones de proyectos de carbón no debería ser difícil para la empresa dadas las perspectivas de rentabilidad.

"Donde hay rentabilidades atractivas siempre va a haber financiación", afirmó.