Hace unos meses se deshizo de Ron de Santis, gobernador de Florida. Ahora todo lo que tenía que hacer era acribillar a Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur, para abrirse camino hacia la nominación oficial del partido como candidato republicano.

Y ahora ya está hecho (o casi). El ex presidente triunfó por un amplio margen esta semana en el estado que hasta entonces lideraba su rival. Tenía todas las papeletas para ganar, leía ayer en el Financial Times. La edad adecuada, la procedencia adecuada, el posicionamiento adecuado. Lo único que le faltaba era el aura que convierte a Trump en una estrella del pop entre su rebaño. Pocos son los que aún tienen esperanzas en el futuro presidencial de Haley, ahora que los principales donantes de su campaña la han abandonado. Sin embargo, luchará hasta el amargo final, es decir, hasta el 5 de marzo (fecha de las primarias en una quincena de Estados, que deberían dar una tendencia definitiva) o teóricamente hasta julio, si tiene fuerzas.

¿Qué ocurrirá a continuación? Donald Trump acudirá (o no) a las numerosas citaciones judiciales que jalonarán su periplo hasta noviembre. Seguirá atacando a Joe Biden por su edad, su (supuesta) desastrosa gestión económica del país, su posición sobre los conflictos israelo-palestino y ruso-ucraniano, su defensa de la OTAN y de sus aliados europeos, su política sobre la inmigración sudamericana, etc. Ya conocemos la canción (un poco demasiado bien).

No es seguro que el actual Presidente pueda interponerse. Su índice de popularidad está en mínimos históricos (37%), y se le atribuye el 43% de las intenciones de voto (The Economist), frente al 44% de enero (Statista). Aunque los sondeos (que muestran a Joe Biden perdiendo en los Swing States, los estados clave) a veces se equivocan, como ocurrió en 2016 durante el duelo Clinton-Trump, parece por el momento que las posibilidades de Biden descansan en una improbable combinación de factores: una posible condena por delito grave de Trump y, llegado el caso, la invalidación por parte de los republicanos de un candidato "criminal".

Dibujo de Amandine Victor