Angustiada por la idea de añadir residuos a los extensos vertederos de una ciudad en la que sólo se recicla una pequeña parte de la basura, Adeyemi los convirtió en rostros que se han convertido en una marca de la obra.

Corta la parte superior del barril y la pinta, utilizando el asa como una larga nariz y la abertura redonda del tapón de rosca como una boca.

Las coloridas máscaras se convierten entonces en las cabezas de los protagonistas de sus cuadros, sobre los que utiliza materiales como telas y cuerdas para añadir textura y dimensiones.

"En lugar de limitarme a pintar la cara, quería algo que pudiera sentir, algo que pudiera parecer real... que pareciera real a los demás", dijo Adeyemi a Reuters en su estudio.

Esta estudiante de marketing de 20 años ha expuesto dos veces en Lagos. Algunas de sus piezas se han vendido por más de 1.000 dólares, dijo.

Con su obra, Adeyemi también espera que llamar la atención sobre los barriles de aceite desechados por su madre sirva para concienciar sobre la reducción de residuos.

"Cada vez que ella los tira, nos afecta y contamina nuestro medio ambiente", dijo, señalando que la reutilización de los barriles era una forma de "detener la contaminación".