A pesar de experimentar unas tasas de mortalidad relativamente bajas en comparación con las regiones más desarrolladas, África sufrió un duro golpe económico a causa de la pandemia de COVID-19.

Si bien en 2021 se produjo un repunte en todo el continente, con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) estimado en un 6,9% tras una contracción del 1,6% inducida por la pandemia el año anterior, el Banco prevé que el crecimiento real del PIB se reduzca al 4,1% este año.

"La desaceleración del crecimiento pone de manifiesto la gravedad del impacto del conflicto entre Rusia y Ucrania en la economía africana", escribió el BAfD en su informe Perspectivas Económicas de África 2022.

"Si el conflicto persiste, es probable que el crecimiento de África se estanque en torno al 4% en 2023".

Mientras tanto, se espera que la inflación se acelere hasta el 13,5% este año, desde el 13% de 2021, debido a un fuerte aumento de los precios de la energía y los alimentos relacionado con la guerra en Ucrania.

El BAfD calcula que unos 30 millones de africanos se vieron abocados a la pobreza extrema y 22 millones perdieron su empleo sólo el año pasado como consecuencia de la pandemia.

Las poblaciones vulnerables, sobre todo en las zonas urbanas, se llevarán la peor parte del aumento de los precios, según el informe, que añade que las perturbaciones económicas derivadas de la guerra podrían hacer caer a casi 4 millones más en la pobreza extrema este año y el próximo.

"En ausencia de medidas para amortiguar el impacto, esto podría avivar la tensión social en todo el continente", afirmaba el informe. "Pero en muchos países africanos, el espacio fiscal sigue limitado por los efectos de la pandemia".

El BAfD prevé que la relación entre la deuda y el PIB de África se estabilice en torno al 70%, un poco menos que el 71,4% de 2020, debido a la recuperación del crecimiento del año pasado y a las medidas de alivio de la deuda, pero seguirá estando por encima de los niveles anteriores a la pandemia.