La caída de la inflación en Estados Unidos ha completado la labor de debilitamiento iniciada por la Reserva Federal estadounidense. A principios de mes, tanto la Fed como el BCE habían decidido mantener sin cambios sus tipos de interés oficiales. Jerome Powell también señaló que los miembros del comité de dirección en su conjunto habían adoptado una postura menos ortodoxa sobre la futura senda de los tipos de interés en vista de la subida de los tipos de mercado. Esta postura más de paloma que de halcón permitió a la divisa europea recuperar algo de terreno frente al billete verde.

Luego llegaron las cifras de la inflación estadounidense, que enterraron las esperanzas alcistas del dólar: el CPI Core se situó en el +4,0% interanual, frente a una estimación del +4,1%. A raíz de esta publicación, el rendimiento a 2 años bajó 18 puntos básicos, mientras que las estimaciones de un statu quo en la reunión del 13 de diciembre alcanzan ya el 100%.
Lo que es aún más interesante es que los inversores apuestan ahora por una bajada de los tipos directores ya en mayo de 2024, seguida de otras 3 bajadas de aquí a finales de año, empujando al dólar por debajo de su soporte clave de 104,65. Al mismo tiempo, el euro superó su resistencia equivalente en 1,0760, confirmando la debilidad del dólar.

Si la estructura de la puerta del salón que detallamos en estas columnas el mes pasado es una buena guía, podemos anticipar un potencial bajista de alrededor del 5,5%, con un objetivo en torno a 98,98/74. La resistencia inicial está en 105,90, mientras que la zona clave sigue estando en 107,80/10.

En términos equivalentes, esto significaría que el euro tendría que recuperar todo el terreno perdido desde el verano pasado y volver a 1,1225/1,1275 y luego a 1,1376. Podríamos estar atentos a un soporte inicial en 1,0760 máx. 1,068, para mantener esta expectativa alcista para la divisa europea.