Kamieth supervisa las operaciones en la Gran China, Asia Meridional y Oriental, ASEAN y Australia y Nueva Zelanda, según la página web de BASF.

Se dice que Kamieth es el claro favorito y cuenta con el respaldo de Brudermueller, después de que Saori Dubourg, que dirigía el negocio europeo de BASF, abandonara la empresa en febrero, según el informe del FT.

Una persona familiarizada con el asunto, que pidió no ser nombrada, dijo a Reuters que la directora de tecnología de BASF, Melanie Maas-Brunner, seguía siendo una posible candidata junto a Kamieth.

La fuente añadió que el consejo de supervisión dirigido por el ex consejero delegado de BASF, Kurt Bock, elegiría a un sucesor como muy pronto a principios de octubre.

Un portavoz de BASF dijo que aún no se ha tomado ninguna decisión sobre la sucesión de Brudermueller y declinó hacer más comentarios.

Tanto Kamieth como Maas Brunner apoyan la apuesta de BASF por la inversión en China, que va en contra de los esfuerzos del gobierno alemán por persuadir a las empresas de que reduzcan su dependencia de China.

Brudermueller, cuyo contrato se extiende hasta abril de 2024, ha sido una fuerza impulsora detrás de un complejo químico de 10.000 millones de euros (11.210 millones de dólares) que BASF ha comenzado a construir en Zhanjiang, al sur de China, ya que apuesta por los mercados asiáticos en auge y busca reducir la dependencia de los débiles mercados domésticos europeos.

Dubourg, miembro de la junta ejecutiva desde 2017, abandonó BASF este año porque no apoyaba el compromiso de la empresa con China dadas las crecientes tensiones entre la superpotencia asiática y Occidente, según han informado fuentes a Reuters.

El proyecto de Zhanjiang es uno de los dos grandes proyectos de inversión de BASF. El otro es la creación de un suministro mundial de materiales para baterías de vehículos eléctricos.

Brudermueller, que ha sido consejero delegado de BASF desde 2018, fue elegido en mayo para asumir el cargo de jefe del consejo de supervisión de Mercedes-Benz el próximo año.

A principios de este mes, BASF recortó su previsión de beneficios para todo el año, convirtiéndose en la última empresa química en verse sorprendida por la débil demanda de los clientes industriales y la subida de los tipos de interés.

(1 dólar = 0,8923 euros)