ACAPULCO, México, 2 nov (Reuters) - En la ciudad mexicana de Acapulco, devastada por una huracán, una vela parpadea en la esquina de la casa de la estilista Nelly Valadez, donde instaló un altar para el Día de Muertos en honor a su esposo y a su madre, que murieron de cáncer.

El huracán Otis golpeó el turístico balneario la semana pasada, dejando alrededor de 100 personas muertas o desaparecidas, destruyendo viviendas y cortando las comunicaciones. Como muchos otros residentes, Valadez se ha quedado sin trabajo y tiene problemas para suplir sus necesidades básicas.

Sólo ha tenido electricidad intermitente en su casa desde que el huracán de categoría 5 provocó saqueos generalizados en la ciudad de casi 900,000 habitantes.

Pero no estaba dispuesta a renunciar al ritual de honrar a sus seres queridos en el Día de Muertos, una de las tradiciones más arraigadas en México.

"Es muy difícil porque no hay trabajo, no hay ingresos pero no puede dejar uno pasar estos días. Sobre todo por las personas que se nos fueron: mi esposo, mi madre", expresó.

Las autoridades han dicho que Otis fue el huracán más poderoso jamás en haber azotado la costa del Pacífico mexicano La tormenta cobró fuerza con una ferocidad inusual, contraviniendo los pronósticos iniciales.

Decenas de personas siguen desaparecidas y la ayuda ha tardado en llegar. Algunos residentes se perdieron su habitual reunión del Día de Muertos en el cementerio principal de la ciudad porque estaban ocupados buscando agua potable, comida y energía para cargar sus teléfonos celulares.

Ramos de cempasúchil, como se llama a la caléndula local utilizada en los altares de México para guiar a los espíritus a sus hogares, se alineaban en las calles principales, junto con montones de escombros de casas y tiendas destruidas.

Para muchos, las flores de cempasúchil, que se vendían por 200 pesos (11.41 dólares), aproximadamente cuatro veces el precio habitual, resultaron demasiado costosas.

Valadez pudo comprar algunos ramos que esparció en el suelo frente a su altar el martes por la noche para marcar un camino para que los espíritus de su esposo y su madre volvieran a visitarla, dijo.

"Como sea yo iba a hacer un altar (...) para mí ellos no se han ido, están conmigo".

(1 dólar = 17.5346 pesos mexicanos)

(Reporte de Diego Delgado en Acapulco, escrito por Laura Gottesdiener, editado en español por Marion Giraldo)