La producción de carbón de China se ha ralentizado ligeramente, tras el rápido crecimiento de los dos últimos años, ya que la situación del suministro energético se ha vuelto más cómoda, lo que permite al gobierno centrarse en los cambios estructurales a largo plazo.

Las minas chinas produjeron 1.858 millones de toneladas de carbón en los cinco primeros meses de 2024, según los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística.

La producción descendió en 54 millones de toneladas (-3%) respecto al año anterior, tras un crecimiento de 98 millones de toneladas (+5%) en los cinco primeros meses de 2023 y de 193 millones de toneladas (+12%) en 2022.

Parte de la producción fue sustituida por importaciones, que aumentaron en 23 millones de toneladas (+13%) entre enero y mayo respecto al año anterior, según datos separados de las aduanas.

Algunas importaciones son carbones especializados de mayor calidad utilizados para la siderurgia, mientras que otras son carbones de menor calidad para la generación de electricidad que desembarcaron en puertos de las costas sur y este, lejos de las principales zonas productoras de carbón.

Dadas las limitaciones de la red ferroviaria nacional y el coste relativamente alto del transporte de carbón voluminoso por tierra, puede resultar más barato importar por mar desde Indonesia y Australia para los generadores de electricidad del sur y el este.

No obstante, parece que se ha producido un descenso real de la demanda de carbón, tras dos años en los que el gobierno ordenó un crecimiento a toda máquina para evitar que se repitiera la escasez de combustible y de electricidad del otoño de 2021.

Gráfico: Producción de carbón en China

En 2023, Shanxi era la principal provincia productora de carbón, con una producción de 1.357 millones de toneladas, y ha experimentado el mayor aumento de producción de los últimos años, desde los 778 millones de toneladas de 2016.

La provincia cuenta con algunas de las minas más grandes y eficientes, pero su producción descendió en 82 millones de toneladas (-15%) en los cinco primeros meses de 2024.

Durante dos décadas, el gobierno central ha presionado para que se cierren las minas viejas, pequeñas, ineficaces y peligrosas para concentrar la producción en las más modernas, eficaces y tecnológicamente avanzadas.

Como resultado, las cuatro principales zonas productoras de Shanxi, Mongolia Interior, Shaanxi y Xinjiang, todas ellas situadas en el norte y el noroeste, representaron el 82% de la producción nacional en 2023, frente al 72% en 2017.

Pero el gobierno ha anunciado que la producción de carbón de Shanxis se reducirá voluntariamente por primera vez este año tras siete años consecutivos de rápido crecimiento, según la agencia de noticias gubernamental Xinhua.

Shanxi se centrará en el desarrollo seguro, eficiente, ecológico e inteligente de su industria del carbón en 2024, seguirá optimizando la estructura de la capacidad de producción y aumentará la proporción de capacidad de producción avanzada.

La provincia también se ha comprometido a aumentar su producción de energía no fósil a partir de las abundantes fuentes eólicas y solares de las llanuras del norte como parte de su modernización industrial.

SALA DE RESPIRACIÓN

En 2022 y 2023, la expansión masiva de la producción de carbón de Shanxis desempeñó un papel fundamental a la hora de garantizar la seguridad energética, ya que el gobierno central ha tenido que hacer frente al rápido crecimiento del consumo eléctrico y a la errática generación hidráulica.

Pero el despliegue a gran escala de la generación eólica y solar ha empezado a satisfacer una parte cada vez mayor del crecimiento de la carga eléctrica, aliviando parte de la presión sobre los generadores de carbón.

La prolongada sequía recortó drásticamente la generación hidráulica a finales de 2022 y a lo largo de 2023, obligando al sistema eléctrico a depender de cantidades récord de generación térmica, en su mayor parte alimentada por carbón.

Pero la generación hidroeléctrica ha repuntado tras las fuertes lluvias primaverales de 2024, que también han permitido al país aprovechar al máximo las enormes presas hidroeléctricas recién puestas en servicio en el sistema del río Yangtsé.

La generación de energía térmica, en su mayor parte procedente de generadores alimentados con carbón, descendió ligeramente en mayo de 2024 en comparación con el mismo mes del año anterior, ya que la producción de energía hidroeléctrica, solar y eólica se disparó.

El aumento de la generación renovable ha creado un respiro para que el gobierno central racionalice la producción de carbón y planifique una transición gradual de su papel en el sistema eléctrico.

La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, la máxima agencia de planificación, ha anunciado planes para un sistema de reserva de capacidad de carbón con potencial para suministrar hasta 300 millones de toneladas de combustible al año en 2030.

En lugar de almacenar combustible, que se deterioraría con el tiempo, la reserva consistirá en minas de alta calidad mantenidas en reserva y capaces de aumentar rápidamente la producción extra en caso de emergencia.

La reserva de capacidad está pensada para responder a situaciones extremas, como fluctuaciones graves en el mercado energético internacional, condiciones meteorológicas adversas y cambios drásticos en la estabilidad de la oferta y la demanda.

Presumiblemente, podría utilizarse para compensar futuras sequías, olas de calor, frío invernal extremo, oscilaciones en los precios del gas importado o cualquier embargo impuesto por Estados Unidos y sus aliados.

Los detalles sobre cómo funcionará el sistema de reservas siguen sin estar claros, pero es probable que las minas de Shanxi, así como las de Mongolia Interior, Shaanxi y Xinjiang, desempeñen un papel importante.

Los planificadores parecen prever un sistema eléctrico en el que el carbón desempeñe un papel esencial como reserva de fiabilidad mientras que una parte cada vez mayor de la carga existente y todo el crecimiento de la carga se cubra con energías renovables, hidroeléctrica y nuclear.

La ligera ralentización de la producción de carbón en 2024 tras dos años de crecimiento vertiginoso es un presagio de cómo se transformará el sistema durante el resto de la década.

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