Por Ari Rabinovitch

TEL AVIV, 7 jun (Reuters) - Una pandemia marina que acabó con las poblaciones de erizos de mar en el mar Rojo se ha extendido y está acabando con la especie en partes del Océano Índico y podría extenderse a todo el mundo, según científicos israelíes.

La especie concreta de erizo de mar afectada es una conocida protectora de los arrecifes de coral, y las muertes ponen aún más en peligro el ya frágil ecosistema de arrecifes.

La pandemia se detectó por primera vez en el golfo de Aqaba hace un año y, según los investigadores, desde entonces se ha identificado el agente patógeno mediante análisis moleculares. Lo relacionan con muertes masivas en el mar Rojo, la península arábiga y hasta la isla Reunión, frente a Madagascar.

Según Omri Bronstein, zoólogo de la Universidad de Tel Aviv y del Museo Steinhardt de Historia Natural, el patógeno mata de forma rápida y violenta (en sólo dos días se pueden perder las colonias), lo que hace difícil evaluar cuántas están muriendo.

Parece dirigirse hacia el este, hacia las aguas tropicales del Triángulo de Coral que se extiende frente al sudeste asiático y la Gran Barrera de Coral australiana.

"Me temo que en la situación actual ésta es la trayectoria, así que hacia allí se dirige", afirmó.

Sus hallazgos se publicaron en la revista Current Biology.

CORTADORAS DE CÉSPED

Bronstein describió las especies de erizos de mar afectadas como las "cortadoras de césped" de los arrecifes de coral, ya que eliminan las algas que de otro modo bloquean la luz solar, permitiendo que el coral prospere.

En el golfo de Aqaba, ninguna otra criatura ha asumido ese papel y el equipo de Bronstein ya está observando un gran crecimiento de la cubierta de algas.

"Cuando empezó la mortandad en el mar Rojo, fue tan fuerte, tan abrupta y tan violenta que lo primero que se pensó fue que debía tratarse de algún tipo de contaminación, o de algo muy grave pero muy local", explica.

Después, el fenómeno se observó en un muelle situado más al sur, en el Sinaí, donde atraca un transbordador procedente de Aqaba. Dos semanas después se extendió otros 70 kilómetros. Describieron miles de esqueletos de la especie antaño dominante rodando por el fondo marino.

Según Bronstein, no se sabe cómo detener la enfermedad. Pero aún existe la posibilidad de crear una población aislada o reproductora de los erizos de mar que quedan en otros lugares y que, con suerte, podría reintroducirse más adelante.

El equipo israelí coopera ahora con científicos de toda la región para cartografiar la pandemia y recabar más detalles. Esto incluye recoger muestras continuas de ADN ambiental de las distintas masas de agua que muestren cómo interactúa la vida marina con el entorno.

"Tienes que tener gente sobre el terreno que te proporcione datos, porque en 48 horas ni siquiera tienes pruebas de que se haya producido la mortandad", dijo Bronstein. "Esta coordinación y esta colaboración es una de las claves para poder estar al tanto de esta situación que evoluciona rápidamente."

(Información de Ari Rabinovitch; Edición de Emelia Sithole-Matarise; Edición en español de Jesús Calero)