Rodrigo Ventosilla, peruano de 32 años, fue detenido por la policía de aduanas cuando llegó con su nuevo marido, también peruano, dijo su familia en un comunicado esta semana en Instagram, acusando a las autoridades de Bali de "violencia policial... discriminación racial y transfobia".

Un portavoz de la policía de Bali dijo a Reuters que Ventosilla había sido investigado por delitos de drogas después de que se encontraran en su equipaje presuntos productos derivados del cannabis.

Dos días después de su detención, Ventosilla fue trasladado al hospital y murió el 11 de agosto debido a un "fallo de las funciones corporales", dijo el portavoz de la policía Stefanus Satake Bayu Setianto.

Bayu dijo que Ventosilla enfermó tras ingerir medicamentos que no formaban parte de los artículos confiscados por la policía.

La familia de Ventosilla dijo desconocer la causa de su muerte, pero afirmó que se le negó el acceso a la defensa legal y a la información. El portavoz de la policía, Bayu, no respondió a esas acusaciones ni a las de transfobia, pero dijo que no había habido violencia y que el caso estaba cerrado.

Los estudiantes y el profesorado de la Harvard Kennedy School, donde Ventosilla estudiaba, se hicieron eco de los llamamientos de la familia para que se lleve a cabo una investigación, informó el periódico Harvard Crimson.

Ventosilla era miembro fundador de la organización peruana de derechos de las personas trans, Diversidades Trans Masculinas, y estaba cursando un máster en administración pública, informó el Crimson.

Su marido había regresado a Perú, según el comunicado de su familia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Perú dijo en un comunicado el miércoles que había pedido a las autoridades indonesias que siguieran estrictamente "los derechos humanos de sus dos nacionales", pero añadió que la detención original "no se corresponde con actos de discriminación racial o transfobia".

La familia de Ventosilla ha pedido al Ministerio de Asuntos Exteriores peruano que realice una investigación más exhaustiva.

Indonesia tiene una de las leyes antidroga más duras de la región, con penas que incluyen la pena capital.