En su audiencia general semanal, Francisco lamentó también que en muchos países se explote a la gente en la economía sumergida y no oficial, trabajando sin prestaciones ni protección legal.

"Pensemos en las víctimas del trabajo, en los niños que son obligados a trabajar. Esto es terrible", dijo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU dijo en un informe el año pasado que el número de niños que trabajan se elevará a unos 160 millones en todo el mundo en 2020.

"Niños que están en una edad en la que deberían estar jugando se ven obligados a trabajar como adultos. Pensemos en esos niños, pobrecitos, que rebuscan en los vertederos de basura en busca de algo útil para comerciar o vender", dijo el Papa en unos comentarios que en su mayoría fueron improvisados.

El informe de la OIT, realizado con la agencia de la ONU para la infancia, UNICEF, dijo que el progreso para acabar con el trabajo infantil se había estancado por primera vez en 20 años al comienzo de la pandemia del COVID-19, invirtiendo una tendencia anterior a la baja.

Dijo que la falta de trabajo era una "injusticia social" y que, aunque la caridad y las limosnas para los desempleados eran importantes, llenaban el estómago pero no dispensaban dignidad.

"Los gobiernos deben dar a todo el mundo la posibilidad de ganarse el pan porque eso les da dignidad. El trabajo unge a las personas con dignidad", dijo.

Según la OIT, África es el continente que cuenta con el mayor número de niños trabajadores del mundo, con unos 72 millones, de los cuales cerca del 43% realizan trabajos peligrosos.

En la audiencia, Francisco pidió un momento de silencio para recordar a los desempleados, a las víctimas de accidentes laborales y a los que se han quitado la vida tras perder su trabajo a causa de la pandemia.