El Tribunal de Distrito de Tokio rechazó la solicitud de medida cautelar de Asia Development Capital (ADC), según una copia de la sentencia vista por Reuters.

Tokyo Kikai, el mayor fabricante japonés de rotativas para periódicos, pretende emitir nuevas acciones que diluyan la participación del 40% de ADC, una participación que la empresa de inversión acumuló rápidamente en cuestión de semanas.

Una participación superior al 33% en Japón otorga al accionista derechos de veto sobre importantes decisiones del consejo de administración y, en ocasiones, el control de facto.

En una junta general extraordinaria celebrada la semana pasada, en la que se impidió a ADC votar, los accionistas de Tokyo Kikai votaron a favor de la píldora venenosa. Tokyo Kikai dijo que el 79% de los votos fueron a favor de la píldora de veneno, pero ADC impugna que esos votos sólo representan alrededor del 35% de todos los accionistas de Tokyo Kikai.

Tokyo Kikai argumenta que la participación de ADC amenaza los derechos de sus accionistas minoritarios, sobre todo teniendo en cuenta que aumentó rápidamente su participación y no ha presentado a la empresa ni a los demás accionistas un nuevo plan de gestión.

ADC replica que no poder votar sobre la píldora venenosa es contrario al principio de igualdad de los accionistas consagrado en el derecho de sociedades japonés.

La batalla pone de relieve tanto el aumento de las adquisiciones hostiles en Japón en los últimos años como lo que los expertos han calificado de fallos en las normas de adquisición del país, señalando que dejan a las empresas de pequeña capitalización especialmente vulnerables a la creación de participaciones agresivas por parte de inversores no deseados.

En comparación, en Europa las ofertas públicas de adquisición suelen ser obligatorias para las adquisiciones de participaciones superiores a un determinado umbral -el 30% en el Reino Unido-, una norma que evitaría casos como el de Tokyo Kikai. En Estados Unidos, la decisión de emitir una píldora venenosa puede ser tomada rápidamente por el consejo de administración de una empresa, mientras que las empresas japonesas consideran que necesitan la aprobación de los accionistas.