SAN DIEGO (Reuters) - Cientos de migrantes de diferentes nacionalidades que buscaban una vida mejor en Estados Unidos se han encontrado atrapados en condiciones precarias cerca de la frontera con México, tentadoramente cerca de su destino y desesperados.

En vísperas de la expiración del Título 42, la restricción fronteriza por COVID que impedía a la mayoría de los solicitantes de asilo entrar legalmente en Estados Unidos, cientos de migrantes han acampado en la frontera entre la mexicana Tijuana y la estadounidense San Diego.

Algunos de ellos llevan casi una semana atrapados, con la esperanza de entregarse a los funcionarios de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos, pero en lugar de ello esperan a la intemperie, atrapados en un limbo legal.

"Estamos muy cansados y hambrientos y llevamos aquí seis días", dijo Pham Thanh, vietnamita de 28 años, hablando a través de las barreras de metal de 10 metros que forman esa zona del muro. "Presidente Biden, le pido que nos salve, por favor", añadió.

La confusión reina entre los migrantes, aunque el fin del Título 42 podría haber ofrecido una mejor oportunidad de asilo, las nuevas normas que lo sustituyen negarán este reconocimiento a casi todos los migrantes que crucen ilegalmente, obligándoles a decidir si tienen una mejor oportunidad de vida en Estados Unidos cruzando ahora o más tarde.

Entre los migrantes a campados en territorio estadounidense, en una franja de tierra entre dos imponentes muros fronterizos, Reuters habló el jueves con personas de Vietnam, Afganistán y Colombia.

El muro del sur marca la frontera oficial entre Estados Unidos y México y es relativamente fácil de atravesar. Hay algunos huecos o lugares por los que es fácil trepar. El segundo muro, al norte, de 10 metros de altura en muchos lugares, los acorrala. A muchos les gustaría entrar en Estados Unidos y entregarse para pedir asilo.

Los funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza no respondieron de inmediato a una petición de Reuters para que explicaran cómo están tratando a estos inmigrantes.

Los agentes de la Patrulla Fronteriza los han organizado en grupos, dando prioridad a los que llegaron primero y a las mujeres que viajan con niños, según testigos de Reuters. A cada uno se le da una pulsera codificada por colores, una especie de sello de tiempo para marcar su lugar en la fila.

De vez en cuando se llama al grupo de mayor prioridad para procesarlo. Los agentes toman fotografías de sus caras y pasaportes.

UNA SEMANA AQUÍ"

"No estaba muy bien informado" dijo Luisa Fernanda Herrera Sierra, colombiana de 22 años, "no pensé que nos dejarían aquí una semana, con frío y lluvia y con muy poca comida".

Hashmutallah Habibi, afgano de 26 años, dijo que partió hacia Estados Unidos porque "no podemos sentarnos en casa y esperar a que ocurran cosas buenas en nuestro país".

Pero nunca esperó quedarse atrapado al pie de un barranco polvoriento, sin ducha ni ropa limpia durante seis días, con una hermana enferma.

"Sólo espero y rezo para que hoy nos acojan, porque si no nos acogen, mi futuro y el de mi familia será oscuro porque escapamos de un lugar oscuro", dijo Habibi.

Muchos de los migrantes saben que les espera un camino difícil, ya que muchos, si no la mayoría, no han solicitado asilo en otro país antes de llegar.

Fabián Camilo Hernández, colombiano de 26 años, que viaja con su esposa y su bebé de 22 meses, dijo que no habría emprendido el viaje de haber sabido lo que le esperaba.

"Es duro verle llorar, no dormir bien", dijo Hernández. "No quiero pensar en lo que puede pasar. Sólo espero que nos dejen entrar".

(Reporte adicional de Mike Blake y Alan Devall en San Diego; Editado en Español por Aida Peláez-Fernández)