Gran Bretaña está inmersa en su peor racha de agitación laboral desde que Margaret Thatcher estaba en el poder en la década de 1980, ya que la creciente inflación sigue a más de 10 años de crecimiento salarial estancado, dejando a muchos trabajadores incapaces de llegar a fin de mes.

Las repetidas huelgas ferroviarias han paralizado la red en los últimos meses, mientras que las enfermeras, el personal de los aeropuertos, los paramédicos y los trabajadores de correos también se han sumado a la contienda, exigiendo mayores salarios para seguir el ritmo de una inflación que ronda máximos de 40 años, alcanzando el 10,7% en noviembre.

Los profesores irán a la huelga en Escocia la próxima semana.

"Debido a la acción industrial, habrá servicios de tren significativamente reducidos en todo el ferrocarril hasta el domingo 8 de enero", dijo Network Rail.

"Los trenes estarán más ocupados y es probable que empiecen más tarde y terminen antes, y no habrá ningún servicio en algunos lugares".

El gobierno ha dicho que no puede permitirse dar a los trabajadores del sector público una subida igual a la inflación, lo que significa que no hay un final a la vista para lo que se ha denominado un nuevo "invierno del descontento" en referencia a las batallas industriales que atenazaron a Gran Bretaña a finales de los años setenta.

Una encuesta de YouGov publicada en diciembre reveló que dos tercios de los británicos apoyan la huelga de enfermeras. La mayoría de los encuestados afirmaron que el gobierno era el principal culpable de la acción y el primer ministro Rishi Sunak podría sufrir si la interrupción se prolonga hasta 2023.

Mick Lynch, responsable del sindicato ferroviario RMT, dijo que el gobierno parecía satisfecho de que las huelgas siguieran adelante.

"Todas las partes implicadas saben lo que hay que hacer para llegar a un acuerdo, pero el gobierno lo está bloqueando", declaró Lynch a la BBC.

El gobierno ha pedido a los jefes sindicales que vuelvan a la mesa de negociaciones, consciente de que las huelgas están pasando una elevada factura a los negocios que dependen de los trabajadores, como las cafeterías y los pubs del centro de las ciudades.

"La única forma de llegar a un acuerdo es que los sindicatos y los empresarios se sienten a la mesa de negociaciones y no en la línea de piquetes, y eso es lo que quiero que ocurra", declaró el ministro de Transportes, Mark Harper, a Times Radio.