El Índice Compuesto de Gestores de Compras (PMI) de la zona euro, elaborado por S&P Global y considerado un buen indicador de la salud económica general, subió a 47,1 en septiembre desde el mínimo de 33 meses de agosto de 46,7 puntos.

Aunque se mantuvo por debajo de la marca de 50 que separa el crecimiento de la contracción, superó las expectativas de un sondeo de Reuters de una ligera caída hasta 46,5.

"Las cifras del PMI servicios en la zona euro pintan un panorama sombrío", declaró Cyrus de la Rubia, economista jefe del Hamburg Commercial Bank, añadiendo que pensaba que la economía se contraería un 0,4% este trimestre.

"El principal lastre sigue proviniendo de la industria manufacturera, donde la situación de los pedidos se deterioró aún más".

La caída de la actividad general en septiembre se produjo a pesar de que las empresas apenas aumentaron sus cargas. El índice compuesto de precios de producción cayó a 52,2 desde 53,3, su nivel más bajo desde principios de 2021.

Es probable que esta caída sea bien recibida por los responsables políticos del Banco Central Europeo, que la semana pasada elevaron su tipo de interés básico a un máximo histórico del 4% en su lucha contra la inflación.

El PMI de servicios subió a 48,4 desde 47,9, pero pasó su segundo mes por debajo de la marca de equilibrio este año. La encuesta de Reuters había pronosticado una lectura de 47,7.

Con el aumento de los costes de los préstamos mermando la renta disponible de los consumidores endeudados, éstos recortaron el gasto. El índice de nuevas empresas de servicios cayó a 46,4 desde 46,7, su nivel más bajo desde febrero de 2021.

El PMI manufacturero ha estado por debajo de 50 desde mediados de 2022 y el último índice general cayó a 43,4 desde 43,5, confundiendo las expectativas en la encuesta de Reuters de una subida a 44,0.

El índice que mide la producción, que alimenta el PMI compuesto, se mantuvo estable en 43,4 el mes pasado.

Una parte de esa actividad provino de las fábricas que completaron los pedidos existentes. El índice de trabajo atrasado cayó a 38,1 desde 39,8, la lectura más baja desde que la pandemia COVID se cimentara en mayo de 2020.