JERUSALÉN, 29 dic (Reuters) - Un gobierno israelí de extrema derecha que pretende ampliar los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada y aplicar otras políticas que han avivado las críticas dentro y fuera del país prestaba juramento el jueves, consolidando el regreso de Benjamín Netanyahu como primer ministro.

El veterano líder, de 73 años y enjuiciado por cargos de corrupción que él niega, ha tratado de calmar las preocupaciones sobre los derechos civiles y la diplomacia desde que su bloque de partidos nacionalistas y religiosos se aseguró una mayoría parlamentaria en las elecciones del 1 de noviembre.

Entre sus aliados se encuentran los partidos Sionismo Religioso y Poder Judío, que se oponen a la creación de un Estado palestino y cuyos líderes -ambos colonos de Cisjordania- se han manifestado en el pasado en contra del sistema judicial de Israel, su minoría árabe y los derechos de los homosexuales, bisexuales y transexuales.

Netanyahu ha prometido en repetidas ocasiones promover la tolerancia y buscar la paz, en un intento de defenderse de las críticas a su coalición.

En un discurso ante el Parlamento, Netanyahu afirmó que "poner fin al conflicto árabe-israelí" es su principal prioridad, junto con frustrar el programa nuclear iraní y reforzar la capacidad militar de Israel.

Los opositores le abuchearon y algunos gritaron "¡Débil! ¡Débil!". Dicen que Netanyahu tuvo que llegar a costosos acuerdos para asegurarse nuevos socios después de que los partidos centristas le boicotearon por sus problemas legales.

Para los palestinos, la alineación de Netanyahu ha oscurecido aún más un panorama ya de por sí sombrío. Tras un año en el que la violencia se ha disparado en Cisjordania, los asentamientos judíos están a punto de expandirse por tierras en las que los palestinos esperaban construir un futuro Estado.

El partido conservador Likud de Netanyahu afirmó que el gobierno "promoverá y desarrollará los asentamientos" en un territorio sobre el que "el pueblo judío tiene un derecho exclusivo e inexpugnable".

La mayoría de las potencias mundiales consideran ilegal la construcción de asentamientos en tierras capturadas en la guerra.

"Estas directrices constituyen una escalada peligrosa y tendrán repercusiones para la región", declaró Nabil Abu Rudeineh, portavoz del presidente palestino, Mahmud Abbas.

(Editado en español por Ricardo Figueroa)