VILLANUEVA DEL ARZOBISPO, España/ROMA, 14 sep (Reuters) - Los agricultores de España e Italia están recurriendo a técnicas antiguas y modernas para salvaguardar la producción de sus productos regionales favoritos, como el aceite de oliva y el Prosecco, a medida que el cambio climático les obliga a adaptarse rápidamente.

Ante unas condiciones meteorológicas extremas que han causado pérdidas de miles de millones de euros en ambos países, los agricultores españoles están redescubriendo rápidamente el uso tradicional de los cultivos plantados entre los árboles para proteger el suelo en los olivares, mientras que sus homólogos italianos aprovechan la tecnología para hacer el mejor uso posible de los recursos hídricos.

España e Italia son los principales productores mundiales de aceite de oliva, pero el sector está amenazado por la desertización y la sequía, y España afirma que más de una quinta parte de sus tierras corre el riesgo de volverse estéril.

Italia, famosa por sus vinos y su pasta de trigo, sufrió en 2022 una de las sequías más graves de los últimos 70 años. Este año ha vuelto a sufrir un verano abrasador, salpicado de dañinas tormentas de granizo en el norte, en consonancia con las predicciones de los científicos sobre el cambio climático en la región.

La agricultura italiana es la tercera de la Unión Europea en valor de producción, por detrás de Francia y Alemania, pero por delante de España, que ocupa el cuarto lugar.

Andrea Ronca, que cultiva cereales para la explotación ganadera de su familia en la provincia de Mantua, en el norte de Italia, utiliza imágenes de satélite para saber dónde está más seca su tierra.

"Puedo ajustar el riego en cualquier momento, incluso desde mi teléfono, evitando así cualquier despilfarro", afirma Ronca, de 35 años.

El agricultor español Miguel Moreno fue uno de los primeros en adoptar los cultivos de cobertura, también llamados cultivos de cubierta vegetal o intercalar. Empezó a cultivar hierbas junto a los árboles hace casi 30 años para evitar que el agua se escurriera colina abajo en su olivar de 74 hectáreas en la región meridional de Andalucía.

Su hijo, Ángel, cuenta que antes se formaban grandes grietas por la erosión del suelo.

"Había grandes grietas, incluso tenías que tener cuidado porque podías meter un pie en ellas", explica.

Según el Ministerio de Agricultura español, la cubierta vegetal se utiliza ya en cerca del 30% de los olivares de España, y científicos y empresas prevén un rápido crecimiento en los próximos años.

Los cambios se deben tanto a los incentivos medioambientales de la Unión Europea como a la cruda realidad. La producción española de aceite de oliva, afectada por la sequía, se redujo a 663.000 toneladas el año pasado, menos de la mitad de la media de 1,45 millones de toneladas registrada en las cuatro cosechas anteriores, según el Gobierno.

La mayor cooperativa olivarera española, Dcoop, prevé una cosecha igualmente baja este año debido a la sequía.

Se prevé que la producción de vino en Italia caiga un 12% este año, después de que el clima extremo y las enfermedades fúngicas afectaran a los viñedos, lo que significa que Italia perderá su posición de mayor productor mundial de vino en favor de Francia.

VIEJOS REMEDIOS

Los científicos afirman que el restablecimiento de los cultivos de cubierta vegetal, como gramíneas y leguminosas, en las hileras entre los olivos puede actuar como una esponja para conservar el agua, evitar inundaciones repentinas y restituir los nutrientes.

A corto plazo, la práctica puede reducir los rendimientos, pero puede aumentar la calidad del aceite y proteger el suelo para futuras cosechas, según un estudio de 2019 publicado en el Journal of Nutrition and Plant Science.

España ya es pionera en métodos para ahorrar agua, utilizada en casi todas las etapas de la producción de aceite de oliva, dijo Gonzalo Delacámara, director del Centro del Agua y Adaptación al Clima de IE en Madrid.

Las cubiertas vegetales funcionan "como pequeños microembalses que hacen que cada gota de agua que cae de lluvia esté más tiempo encima del suelo antes de correr, de tal forma que es más probable que el agua se infiltre en vez de escurrir", explica Emilio González, catedrático de Ingeniería Rural de la Universidad de Córdoba.

El suelo desnudo que aún se ve en la mayoría de los olivares del sur de España no siempre fue la norma.

El laboreo y la eliminación de la vegetación se generalizaron con la introducción de pesticidas y fertilizantes industriales en las décadas de 1960 y 1970, explica Antonio Manzaneda, catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén.

La Unión Europea tiene el objetivo de reducir la pérdida de nutrientes en un 50% para 2030. En enero empezó a subvencionar a los agricultores que utilizan cubiertas vegetales como parte de la nueva Política Agrícola Común (PAC).

Esta práctica puede restaurar la biodiversidad, incluidos insectos como la crisopa verde, que a su vez pueden ayudar a los agricultores a controlar plagas como la mosca del olivo y la polilla del olivo, explicó Manzaneda.

El oleicultor Ángel dijo que desde que introdujo las cubiertas vegetales ha notado un aumento de aves como lechuzas, mirlos, tórtolas, abubillas y reptiles como el lagarto ocelado, casi amenazado.

PRESIÓN DE LOS CONSUMIDORES

Deoleo, el mayor vendedor de aceite de oliva del mundo, compró el 45% de su suministro el año pasado a cultivadores que aplican prácticas sostenibles, como las cubiertas vegetales, dice en una entrevista Mariu Luchetti, directora de Marketing Global y responsable de Sostenibilidad de Deoleo.

Según ella, la empresa se ha visto obligada, tanto por clientes como Walmart en Estados Unidos, como por la normativa, a comprar aceite de oliva a productores que aplican prácticas sostenibles.

El grupo suizo de productos agroquímicos y semillas Syngenta empezó a ofrecer este año en España una mezcla de semillas para cubiertas vegetales.

El año que viene espera que esta práctica aumente exponencialmente "como solución para luchar contra los efectos negativos de la sequía", dijo Luis Miranda, responsable de agricultura sostenible de Syngenta en España.

Los largos periodos de sequía seguidos de lluvias torrenciales son una de las principales vías de erosión del suelo.

En la explotación olivarera de Domingo Albacete, la erosión del suelo ha dejado riachuelos de escombros y piedra. Ahora excava barreras con maquinaria pesada para recoger el agua de lluvia en charcos que se filtran en la tierra en lugar de arrancar la capa superficial del suelo.

Manzaneda, catedrático de Ecología, también coordina el proyecto SOIL O-LIVE, financiado por la UE, y ensaya métodos para devolver la salud a la degradada tierra de Albacete.

En uno de ellos, Manzaneda está aplicando carbón vegetal fabricado al vacío de oxígeno, un método utilizado por los indígenas del Amazonas que combate la acidez del suelo y mejora la retención de agua y nutrientes.

ITALIA RECURRE A LA TECNOLOGÍA

En Italia, donde prácticas como los cultivos de cubierta vegetal ya estaban muy extendidos, cada vez son más los agricultores que recurren a la tecnología digital para obtener ventajas, especialmente en la conservación del agua.

El clima extremo de 2022 causó daños estimados en 6.000 millones de euros a la agricultura, según el principal grupo de presión de los agricultores italianos, Coldiretti.

Según el Observatorio Smart AgriFood del Politécnico de Milán y la Universidad de Brescia, la proporción de tierras cultivadas con herramientas digitales aumentó hasta el 8% en 2022, frente al 6% del año anterior, mientras que el gasto se elevó a 2.100 millones de euros, frente a los apenas 100 millones de 2017.

El cambio llevó tiempo, pero ha sido impulsado por la necesidad de ahorrar agua en un país cada vez más seco, dijo el profesor Marco Trevisan, decano de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Católica de Piacenza, y ha sido ayudado por un florecimiento de empresas de agrotecnología.

"Llegamos tarde porque estábamos acostumbrados a disponer de mucha agua, sobre todo en el norte [de Italia]", explica.

Los viticultores son algunos de los que se están adaptando a las nuevas condiciones climáticas.

"Estamos en las colinas, donde hay poca agua", dice Simone Rech, que produce unas 250.000 botellas al año principalmente de vino espumoso Prosecco, en la provincia de Treviso, no lejos de Venecia.

En el viñedo de Rech, los sensores controlan ahora el aire y el suelo para medir factores como la temperatura y la evaporación de las hojas, medidas que, según él, ayudaron al viñedo a resistir la sequía del año pasado. El agua de lluvia y las aguas residuales del lavado de la bodega se recogen, depuran y reutilizan.

Los productores de cava de Cataluña, en el noreste de España, están adoptando iniciativas similares.

En la isla de Sicilia, al sur de Italia, Sebastiano Conti ha contribuido a reintroducir el cultivo del arroz sin inundar los campos, recurriendo a la tecnología para crear pendientes suaves que resistan el feroz clima de la isla.

"Con máquinas guiadas por láser, creamos pendientes milimétricas que, junto con el tipo de suelo que tenemos, nos permiten cultivar arroz utilizando muy poca agua", explica.

(Reporte de Charlie Devereux, Antonella Cinelli y Corina Pons; Redacción de Keith Weir y Charlie Devereux; Edición de Frank Jack Daniel; editado en español por Tomás Cobos)