A medida que el año se acerca a su fin, está claro que el último trimestre de 2023 será sinónimo de una purga en el precio del barril, que ha caído de 92 a 75 dólares en el caso de la referencia europea, el Brent. El esfuerzo coordinado de la OPEP+ y todo el jaleo que ha provocado para aumentar las cuotas de producción del cártel ampliado no han bastado para disipar los temores sobre la evolución de la demanda mundial.

Paradójicamente, la OPEP prevé una demanda récord de petróleo en 2024. Se prevé que la demanda aumente en 2,2 millones de barriles diarios (mbpd) el año que viene, hasta 104,4 mbpd, lo que dejaría el mercado en déficit en 2024. Esta visión contrasta con el texto adoptado en la COP28, que abre la vía a una eliminación progresiva de los combustibles fósiles, incluido el petróleo. Hay que recordar que el cártel prevé un consumo sólido durante al menos otros diez años, ya que según sus previsiones a largo plazo, el mundo podría estar consumiendo unos 110 millones de barriles diarios en 2028.

Al mismo tiempo, y esto empieza a ser una costumbre, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pinta un panorama muy distinto en sus previsiones. En su último informe del año, la Agencia prevé que el crecimiento de la demanda alcance 1,1 mbpd el año próximo, para un total de 102,8 mbpd. El punto clave que hay que recordar es que la AIE espera que el mercado sea excedentario, es decir, que la oferta supere a la demanda. La idea principal es que, a pesar de los recortes de la OPEP+, otros países productores seguirán aumentando su producción (Estados Unidos, Irán, Brasil, etc.), mientras que la demanda seguirá haciendo frente al deterioro de las condiciones macroeconómicas. Por el momento, el mercado da más crédito al modelo de la AIE, ya que la estructura de los precios a plazo ha pasado a ser de contango. En otras palabras, los precios al contado son inferiores a los de los futuros, una estructura que refleja un mercado bien abastecido y sin riesgo de escasez.

En todos los casos, estas previsiones deberán contrastarse con la evolución de los indicadores macroeconómicos, que son los únicos indicadores de la evolución de la demanda. En particular, habrá que vigilar las estadísticas económicas chinas, ya que sólo China representa más de la mitad del crecimiento de la demanda.