La exigencia de una prueba COVID-19 negativa, realizada 24 horas antes del viaje, sigue vigente, añadió el jueves el gobierno francés. Las medidas entrarán en vigor a partir del viernes por la mañana.

Francia había endurecido las condiciones de entrada para las personas procedentes de Gran Bretaña en diciembre, cuando la variante del coronavirus Omicron hacía estragos en el Reino Unido pero aún no había llegado a Francia.

Desde entonces, el número de nuevos contagios diarios ha alcanzado niveles récord en ambos países, pero parece haber pasado su pico en Gran Bretaña, mientras que todavía no es el caso de Francia.

La flexibilización de las restricciones también se produce mientras los gobiernos de todo el mundo intentan encontrar un equilibrio para mantener a raya el virus COVID y, al mismo tiempo, garantizar que partes importantes de sus economías, como el turismo y el ocio, no se vean demasiado perjudicadas.

"Dada la prevalencia de la variante Omicron tanto en Francia como en Gran Bretaña, el gobierno había decidido relajar las medidas específicas de control sanitario en las fronteras que se habían puesto en marcha en diciembre pasado para los viajeros vacunados procedentes de Gran Bretaña", dijo la oficina del primer ministro francés en un comunicado.

"Esas medidas se habían decidido cuando la epidemia se extendía espectacularmente en Gran Bretaña, mientras que Francia seguía relativamente preservada frente a la ola de Omicron".

Las personas no vacunadas que vengan de Gran Bretaña tendrán que demostrar un motivo esencial para el viaje y cumplir una estricta cuarentena de 10 días en el lugar donde se alojen en Francia, que también deberán detallar en una plataforma específica.