Hombres armados ocuparon brevemente una oficina de la presidencia en la capital, Kinshasa, el 19 de mayo antes de que su líder, el político congoleño afincado en Estados Unidos Christian Malanga, fuera abatido por las fuerzas de seguridad.
Hablando por primera vez desde que comenzó el juicio, el hijo de Malanga, Marcel Malanga, de 22 años, y Benjamin Zalman-Polun declararon ante el tribunal que el líder golpista les había amenazado.
"Papá nos había amenazado con matarnos si no seguíamos sus órdenes", declaró Malanga ante el tribunal militar, negando que hubieran participado en la conspiración de la intentona golpista.
Dijo que había venido al Congo a ver a su padre, al que no veía desde 2021, invitado por él, y añadió que no había visitado el país antes.
"Soy estadounidense, no hablo francés ni lingala", declaró ante el tribunal militar de la capital, Kinshasa.
Malanga y Zalman-Polun se encuentran entre las más de 50 personas entre ciudadanos estadounidenses, británicos, canadienses, belgas y congoleños que están siendo juzgados tras el golpe de Estado fallido.
Se enfrentan a diversos cargos, entre ellos posesión ilegal de armas, conspiración criminal y terrorismo, intentos de desestabilizar las instituciones del Estado y socavar la integridad del Estado, algunos de los cuales corren el riesgo de ser castigados con la pena de muerte o con largas penas de prisión.
Zalman-Polun declaró ante el tribunal que era socio de negocios de Malanga desde hacía mucho tiempo, pero que no tenía nada que ver en la planificación del intento de golpe.
"Conocí a Malanga en 2013, siempre mantuvimos relaciones basadas en actividades mineras en Suazilandia y Mozambique, él nunca había sido tan violento", declaró Zalman-Polun al tribunal.
El juicio fue aplazado hasta el lunes 8 de julio.
