La economía húngara se expandió en el primer trimestre, mientras que el producto interior bruto (PIB) checo aumentó a su ritmo trimestral más rápido en dos años, según los datos preliminares publicados el martes, que muestran una recuperación que se afianza.

Las economías centroeuropeas intentan sacudirse un repunte de la inflación que lastró la actividad de los consumidores el año pasado, con la esperanza de que un renovado poder adquisitivo compense una actividad fabril que sigue apagada, ya que las carteras de pedidos se han reducido.

Los responsables políticos están pendientes de la rapidez con la que el crecimiento de los salarios reales se recupera y da un impulso al gasto de los hogares ahora que la inflación ha bajado considerablemente y los costes de los préstamos en Hungría y la República Checa están descendiendo.

El primer trimestre mostró cierto impulso económico.

En Hungría, la economía creció un 0,8% intertrimestral, su segundo mayor crecimiento trimestral desde que salió de la recesión hace casi un año. En términos interanuales, el PIB creció un 1,1%, por encima de la previsión de la encuesta del 1,0% y la mayor subida desde el tercer trimestre de 2022.

La economía checa también subió más de lo esperado, registrando un incremento trimestral del 0,5%, por encima de las expectativas del 0,4% de un sondeo de Reuters. En términos interanuales, la subida fue del 0,4%, un poco por encima de las expectativas.

Los datos, aunque no incluyen el desglose completo de la actividad, podrían proporcionar cierto respaldo a los responsables políticos de ambos países, donde las señales apuntan a una posible ralentización del ritmo de recortes de los tipos de interés en los ciclos de relajación iniciados el año pasado.

Aunque la inflación ha descendido considerablemente desde las tasas de dos dígitos registradas el año pasado, el aumento de los precios del sector servicios sigue siendo un motivo de preocupación para los responsables de la fijación de tipos. Otra razón son los retrasos en los recortes de los tipos de interés estadounidenses que están apoyando al dólar y, a su vez, añadiendo presión a las divisas de los mercados emergentes como los de Europa Central.