Un futuro gobierno británico debería considerar la posibilidad de elevar el objetivo de inflación del Banco de Inglaterra del 2% al 3% para darle más margen de maniobra durante las recesiones económicas y aliviar la carga sobre las finanzas públicas, afirmó el jueves un destacado grupo de reflexión.

La Fundación Resolution afirmó que un objetivo de inflación elevado permitiría unos tipos de interés nominales más altos, dejando más margen para recortarlos en una recesión.

Combinado con una voluntad de recortar los tipos hasta menos un 1%, esto permitiría al Banco de Inglaterra proporcionar más estímulos de tipos de interés durante una crisis, reduciendo la necesidad de endeudamiento público y de compra de bonos por parte del banco central, afirmó el think tank.

"El Banco de Inglaterra necesita una mayor potencia de fuego monetaria, garantizada mediante la habilitación de tipos de interés ligeramente negativos y la adopción de medidas para avanzar hacia un objetivo de inflación del 3%", declaró James Smith, director de investigación de la fundación y antiguo economista del BoE.

El cambio del objetivo de inflación sólo debería producirse una vez que el BoE haya devuelto el crecimiento de los precios a su objetivo actual del 2%, para evitar dañar la credibilidad del banco central, afirmó el think tank.

La inflación británica alcanzó un máximo de 41 años del 11,1% hace un año y con un 6,7% sigue siendo la más alta entre las principales economías avanzadas.

Es probable que se lleve a cabo una revisión del marco de objetivos de inflación del BoE tras las próximas elecciones nacionales británicas, previstas para 2024.

Según el informe, cualquier cambio en el objetivo de inflación se haría idealmente en coordinación con otras economías avanzadas, para limitar el impacto negativo sobre la libra esterlina de fijar un objetivo de inflación más alto que el de Estados Unidos y la zona euro.

Pero si eso fuera imposible, una moneda más débil sería un precio que valdría la pena pagar, decía.

Sin una mayor flexibilidad de la política monetaria, era probable que los niveles de deuda pública siguieran aumentando, pudiendo casi duplicarse hasta alcanzar el 190% de la renta nacional en los próximos 50 años.

Tanto la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria del gobierno como el independiente Instituto de Estudios Fiscales han hecho recientemente advertencias similares sobre el aumento de la deuda.

Aunque los gobiernos británicos suelen equilibrar el gasto diario y los ingresos fiscales, no obtienen los superávits necesarios para reembolsar el endeudamiento provocado por shocks como la crisis financiera, la pandemia de COVID-19 o la subida de los precios de la energía del año pasado.

La deuda pública británica asciende ahora a casi el 100% del producto interior bruto anual, frente a menos del 40% antes de la crisis financiera de 2008. (Reportaje de David Milliken Edición de William Schomberg)