Los cerca de 20.000 manifestantes, incluidos los simpatizantes que se unieron a la procesión a lo largo de la principal autopista Tel Aviv-Jerusalén, quieren presionar al gobierno israelí "para que haga todo lo posible por traer de vuelta a los rehenes", dijo Noam Alon, de 25 años, sosteniendo una fotografía de su novia secuestrada, Inbar.

"Esperamos que se reúnan con nosotros, esperamos que nos digan cómo van a hacerlo", dijo. "No podemos esperar más, así que les exigimos que lo hagan ya, que paguen cualquier precio para traer de vuelta a los rehenes".

Se cree que unos 240 israelíes -desde bebés hasta abuelos- se encuentran en la Franja de Gaza tras haber sido tomados como rehenes por la facción islamista durante un ataque transfronterizo el 7 de octubre contra pueblos del sur de Israel y bases del ejército en el que murieron 1.200 personas.

Muchos familiares y amigos de los desaparecidos temen que sufran daños en los ataques israelíes contra Gaza destinados a destruir a Hamás. El gobierno afirma que la ofensiva mejora las posibilidades de recuperar a los rehenes, quizá a través de un intercambio de prisioneros mediado.

Pero muchos israelíes culpan a su gobierno de verse sorprendido por el asalto de Hamás.

Entre los que marcharon a Jerusalén se encontraba el líder centrista de la oposición Yair Lapid, que ha apoyado mayoritariamente la guerra pero ha exigido la dimisión del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Miki Zohar, miembro del gabinete y del partido de Netanyahu, fue abucheado el viernes cuando visitó a los manifestantes en una parada de descanso.

NEGOCIACIONES

Hamás, que en los primeros días de la guerra amenazó con ejecutar a los rehenes en represalia por los ataques aéreos israelíes, ha dicho desde entonces que algunos de los rehenes han muerto en ataques contra Gaza.

Eso ha avivado la ansiedad de los activistas y familiares que piden al gobierno israelí que acelere cualquier canje de prisioneros, y la frustración por la insistencia de Netanyahu en que se requiere discreción en torno a las negociaciones mediadas por Qatar y Egipto.

"Es imposible que haya 240 personas secuestradas y el gobierno -nuestro gobierno- no hable con (los familiares), no les diga qué está pasando, qué hay sobre la mesa, qué se ofrece, cuáles son las razones a favor y en contra. Nada", dijo la activista Stevie Kerem.

También participó en la marcha Adriana Adri, cuya suegra de 85 años se encontraba entre las personas secuestradas por Hamás.

"Marchamos a Jerusalén para traerla de vuelta, para gritar y decir que debe estar aquí", dijo Adri. "No tenemos tiempo, no tenemos ni una hora más, no sabemos si está viva".

A pesar del agotamiento y la frustración exhibidos, una manifestante se permitió una nota de optimismo.

"Estoy contenta por el hecho de que tenemos a todo Israel a nuestro alrededor", dijo Meirav Leshem-Gonen, cuya hija Romi, de 23 años, se encuentra entre los rehenes. "Esto es lo que contará al final".