Las autoridades han reconocido que hubo problemas pero han rechazado las acusaciones de que el voto fue robado. El díscolo enfrentamiento se hace eco de anteriores disputas electorales que alimentaron los disturbios en el Congo.

Tshisekedi juró el cargo en un estadio de la capital, Kinshasa, abarrotado de partidarios que ondeaban banderitas, funcionarios del gobierno, jefes de Estado africanos y otros enviados extranjeros, entre ellos de Estados Unidos, China y Francia.

Con la policía militar armada desplegada por toda la capital, no hubo señales inmediatas de que los partidarios de la oposición en Kinshasa hicieran caso al llamamiento de dos de los principales oponentes de Tshisekedi para protestar contra su reelección.