El proyecto de ley, anunciado la semana pasada, elevaría la edad de jubilación de 62 a 64 años, una medida a la que, según los sondeos de opinión, se opone una amplia mayoría de trabajadores que ya se enfrentan a una crisis del coste de la vida.

Los empleados de sectores como el transporte, la educación y la energía de toda Francia participarán en la huelga del jueves, y se esperan grandes marchas de protesta en París y otras ciudades.

La acción industrial se considera una prueba de si los sindicatos, que en años anteriores han tenido dificultades para convencer a la gente de que haga huelga, pueden transformar este enfado en una protesta social masiva.

"Sugiero que también vayan a ver las bonitas propiedades, los bonitos castillos de los multimillonarios", declaró el miércoles a la cadena de televisión France 2 Philippe Martinez, líder de la CGT, el segundo sindicato francés.

"Sería bueno que les cortáramos la electricidad para que pudieran ponerse, durante unos días, en la piel de ... franceses que no pueden pagar su factura".

En los últimos días, Sébastien Menesplier, de la rama de energía y minas de la CGT, de línea dura, también ha amenazado con cortes de electricidad dirigidos a las oficinas de los diputados, según le citaron los medios locales.

El portavoz del gobierno, Olivier Veran, dijo que las amenazas de cortar la electricidad eran "inaceptables".

El transporte público será el más afectado el jueves, con la mayoría de los trenes así como algunos vuelos cancelados, y el metro de París fuertemente perturbado.

Siete de cada 10 profesores de primaria abandonarán su puesto de trabajo, al igual que muchos trabajadores de las refinerías, según informaron los sindicatos y los operadores de transporte.

Por su parte, el ministro del Interior, Gerald Darmanin, declaró que habrá más de 10.000 policías sobre el terreno durante las marchas de protesta, un tercio de las cuales tendrán lugar en París.

Según los servicios de inteligencia de la policía, podría haber unas 1.000 personas potencialmente violentas presentes en las concentraciones de París del jueves, declaró a la radio RTL, diciendo que pertenecían a la izquierda radical o al pasado movimiento de los Chalecos Amarillos.

Francia tiene una larga historia de décadas de intentos de reformar su sistema de pensiones -uno de los más generosos y costosos de Europa- y de protestas para intentar detenerlos.

Eso funcionó en 1995, cuando millones de personas salieron a la calle en lo que fueron las protestas sociales más perturbadoras del país en décadas. Pero varias otras reformas de las pensiones han salido adelante desde entonces a pesar de las protestas.

La reforma aún debe ser aprobada en el Parlamento, donde el presidente Emmanuel Macron no cuenta con mayoría absoluta pero espera conseguir los votos de los conservadores Les Republicains.