El gas es un combustible fósil que produce emisiones que calientan el planeta, pero mucho menos que el carbón más sucio. Algunos Estados de la UE lo consideran una alternativa temporal.

La energía nuclear no emite CO2 pero produce residuos radiactivos. Los partidarios de la energía nuclear, como Francia, afirman que es vital para cumplir los objetivos de reducción de emisiones, mientras que los opositores están preocupados por la eliminación de residuos.

De los 639 legisladores presentes, 328 se opusieron a una moción que pretendía bloquear las propuestas de la UE.

Es muy probable que se convierta en ley, a menos que 20 de los 28 miembros decidan oponerse.

Las nuevas normas permitirán a los inversores etiquetar y comercializar las inversiones en gas y energía nuclear como verdes a partir de 2023.

Pretenden aclarar el turbio mundo de las inversiones sostenibles, garantizando que los productos financieros que hagan afirmaciones ecológicas cumplan ciertas normas.

Las normas sobre el gas y la energía nuclear han dividido a los países de la UE, a los legisladores y a los inversores. Bruselas ha reformulado las normas en múltiples ocasiones, dando un vuelco a la hora de conceder a las centrales de gas una etiqueta verde.

Los grupos industriales han acogido la ley con satisfacción, pero los defensores del clima la han criticado. Greenpeace dijo que también presentaría un recurso legal.