La salud de la reina ha estado en el punto de mira desde que el pasado mes de octubre pasó una noche en el hospital por una dolencia no especificada y entonces su equipo médico le indicó que guardara reposo. En febrero se contagió de COVID-19 y sufrió leves síntomas de resfriado.

El jueves, el Palacio de Buckingham dio a conocer los detalles de un servicio religioso que se celebrará el 29 de marzo en la Abadía de Westminster, en Londres, para agradecer la contribución de Felipe a la vida pública. Murió a los 99 años el pasado mes de abril.

Se esperaba que la reina asistiera a la ceremonia. La nota emitida por su oficina el jueves decía que asistirían miembros de la familia real, pero no especificaba quiénes.

Desde que dio positivo en la prueba de COVID-19, la reina ha realizado tareas ligeras, incluida una audiencia en persona con el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

Sin embargo, se retiró de una ceremonia del 14 de marzo de la Commonwealth de 54 naciones que ella encabeza. Esa decisión no estaba relacionada con ninguna enfermedad y se trataba más bien de su comodidad para ir y volver del servicio.