Suecia polarizó la opinión dentro y fuera del país cuando decidió no seguir a la mayor parte del resto del mundo en la orden de cierre y adoptó un enfoque en gran medida voluntario de promoción del distanciamiento social y la buena higiene.

La comisión -creada por el gobierno bajo la presión del parlamento- dijo que la amplia política sueca era "fundamentalmente correcta".

"Significaba que los ciudadanos conservaban más su libertad personal que en muchos otros países", decía el informe.

Pero el grupo de ocho expertos, entre los que se encuentran profesores de economía y ciencias políticas, dijo que el gobierno debería haber asumido un liderazgo más claro y haber actuado antes.

Las críticas podrían convertirse en un lastre para los socialdemócratas en el poder, con las elecciones previstas en septiembre.

"En febrero-marzo de 2020, Suecia debería haber optado por medidas más rigurosas e intrusivas de prevención y control de la enfermedad", dijo la comisión en el informe.

Criticó las decisiones de no cerrar lugares como restaurantes y centros comerciales ni siquiera brevemente y de rechazar las mascarillas en los primeros momentos de la pandemia.

También dijo que el gobierno había delegado demasiada responsabilidad en las agencias gubernamentales, principalmente en la Agencia de Salud, y que no siempre estaba claro quién tomaba las decisiones.

"En una crisis, no debe haber incertidumbre sobre quién está al mando", dijo.

Suecia sólo endureció gradualmente las restricciones y nunca cerró las escuelas para los niños más pequeños. Las autoridades acabaron recomendando las máscaras, pero sólo para situaciones como los desplazamientos en hora punta.

Más de 17.000 personas han muerto por o con COVID-19 en Suecia, mucho más per cápita que entre los vecinos nórdicos pero menos que en la mayoría de los países europeos que optaron por el cierre.

Las cifras de la agencia de estadísticas Eurostat mostraron que el país tuvo un 7,7% más de muertes en 2020 que su media de los cuatro años anteriores, lo que supone una de las tasas de exceso de mortalidad más bajas de Europa.

Informes anteriores de la comisión han puesto de manifiesto graves deficiencias en la atención a los ancianos que se adentran en la pandemia, como la falta de personal y la escasa higiene.

En Suecia no se han producido las protestas a gran escala contra las restricciones de COVID que han sacudido a muchos otros países.