Países como Estados Unidos y Australia se han movilizado para establecer pruebas de aguas residuales en vuelos y aeropuertos ante el aumento de casos en China. La Unión Europea también recomienda una medida similar y ha elaborado directrices para los Estados miembros.

Numerosos estudios han demostrado que estas pruebas han sido eficaces para seguir la pista del COVID-19 durante el transcurso de la pandemia, sobre todo cuando se combinan con técnicas de secuenciación genómica para identificar variantes emergentes.

Un experto dijo que la medida era útil cuando los países no quieren o no tienen la capacidad de proporcionar información sobre las variantes circulantes que causan aumentos repentinos de casos de COVID-19 en sus territorios.

"Enciende una vela en la oscuridad", dijo a Reuters Bernd Gawlik, coautor de las directrices de la UE como responsable de la calidad del agua en la Comisión Europea.

Las conversaciones forman parte de una iniciativa más amplia para mantener el impulso en la toma de muestras de aguas residuales y aunar los esfuerzos nacionales en una imagen global más cohesionada.

También está adquiriendo mayor importancia a medida que han disminuido las pruebas rutinarias: la Organización Mundial de la Salud afirma que las pruebas para detectar el COVID-19 se han reducido en un 90% en los últimos meses.

Existen esperanzas de que el establecimiento de una red mundial de vigilancia de las aguas residuales más formal pueda proporcionar información no sólo sobre el COVID-19, sino también sobre otras amenazas de enfermedades emergentes.

Sin embargo, hay retos técnicos y logísticos por delante, dijo Gawlik, incluyendo cómo manejar las muestras y cómo interpretar y utilizar la información recopilada.