Francisco se pronunció a favor de acoger a los migrantes, en un largo discurso con el que concluyó una conferencia de la Iglesia sobre cuestiones mediterráneas en Marsella, un puerto francés que durante siglos ha sido una encrucijada de culturas y religiones.

"Hay un grito de dolor que resuena sobre todo y que está convirtiendo el Mediterráneo, el 'mare nostrum', de cuna de la civilización en el 'mare mortuum', el cementerio de la

la dignidad: es el grito sofocado de los hermanos y hermanas migrantes", dijo, utilizando términos latinos que significan "nuestro mar" y "mar de la muerte".

Francisco fue recibido en el ventoso puerto donde se encuentra el centro de conferencias por el presidente Emmanuel Macron, con quien tenía previsto mantener una reunión privada más tarde el sábado antes de regresar a Roma.

El papa comenzó la jornada visitando un centro para necesitados en el barrio marsellés de Saint Mauront, uno de los más pobres de Francia, dirigido por la orden de monjas fundada por la santa Madre Teresa.

Más tarde, en la conferencia, pidió "un amplio número de entradas legales y regulares" de inmigrantes, haciendo hincapié en la acogida de los que huyen de la guerra, el hambre y la pobreza, más que en la "preservación del propio bienestar".

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), unos 178.500 migrantes han llegado a Europa a través del Mediterráneo este año, mientras que unos 2.500 murieron o desaparecieron.

Los gobiernos de varios países europeos, como Italia, Hungría y Polonia, están dirigidos por opositores abiertos a la inmigración.

Francisco pidió a la gente que "escuche los gritos de dolor" que se elevan desde el norte de África y Oriente Medio.

"¡Cuánto lo necesitamos en la coyuntura actual, cuando los nacionalismos anticuados y beligerantes quieren hacer desvanecer el sueño de la comunidad de naciones!", dijo. No nombró a ningún país.

Aunque Francisco ha dicho a menudo que los inmigrantes deberían repartirse entre los 27 países de la UE, su apertura general hacia los inmigrantes, incluida una vez en la que calificó su exclusión de "escandalosa, repugnante y pecaminosa", ha irritado a los políticos conservadores.

Su viaje de 27 horas ha estado dominado por las cuestiones migratorias. El viernes dijo que los migrantes que corren el riesgo de ahogarse en el mar "deben ser rescatados" porque hacerlo es "un deber de humanidad" y que quienes impiden los rescates cometen "un gesto de odio".