La policía informó de que el número de muertos desde el jueves había aumentado a 15, lo que convierte a las protestas en unas de las más mortíferas de las últimas décadas. Dos miembros de las fuerzas de seguridad se encontraban entre los muertos, según la presidencia.

Tras una tregua diurna, los manifestantes volvieron a tomar las calles el sábado por la noche, levantando barricadas y quemando basura en el distrito HLM de Dakar. La policía allí y en el barrio residencial de Ngor disparó gases lacrimógenos en un esfuerzo por dispersar a las multitudes enfurecidas.

Las gasolineras y un supermercado fueron saqueados durante la noche del viernes y varios distritos quedaron sembrados de escombros y neumáticos quemados. Una planta de agua también ha sido blanco de los ataques, declaró el ministro del Interior, Félix Abdoulaye Diome.

"Ha habido una clara intención de perturbar el funcionamiento normal de nuestra actividad económica. La elección de los objetivos no es casual", declaró Diome a los periodistas a última hora del sábado, describiendo la situación como bajo control.

Afirmó que más de 500 personas habían sido detenidas desde que se iniciaron las prolongadas protestas en 2021.

El catalizador de los últimos disturbios fue la condena el jueves del líder de la oposición Ousmane Sonko en el caso de violación de hace dos años. Sus partidarios afirman que la acusación tuvo motivaciones políticas y él niega haber cometido delito alguno.

El jueves fue absuelto de violación pero declarado culpable en rebeldía de corrupción de menores y condenado a dos años de prisión. Esa sentencia podría impedirle presentarse a las elecciones presidenciales de febrero, y los manifestantes han seguido su llamamiento para desafiar a las autoridades.

El ministro Diome declinó hacer comentarios sobre si la policía planeaba detener a Sonko de forma inminente para iniciar su condena a prisión, una medida que probablemente avivaría aún más las tensiones.

El gobierno ha recurrido al ejército para que respalde a la policía antidisturbios estacionada en los alrededores de la ciudad. El distrito de Ouakam, en Dakar, parecía en calma el sábado por la noche, pero más de una docena de soldados custodiaban una gasolinera destrozada allí.

Abdou Ndiaye, propietario de una tienda de barrio cercana, dijo que había cerrado temprano los dos días anteriores y abierto tarde el sábado, temeroso de los disturbios.

"Estamos muy asustados porque no sabes cuándo vendrán las multitudes, y cuando vienen se llevan... tus bienes, son ladrones", dijo en un almacén apilado con sacos de comida y artículos domésticos.

Senegal, considerado durante mucho tiempo una de las democracias más estables de la región, ha sido testigo de manifestaciones de la oposición, en ocasiones violentas, provocadas por el caso judicial de Sonko, así como por la preocupación de que el presidente Macky Sall intente saltarse el límite de dos mandatos y presentarse de nuevo en febrero.

Sall no lo ha confirmado ni desmentido.