PRZEMYSL, Polonia, 24 mar (Reuters) - Los refugiados ucranianos en Polonia dijeron el jueves que las potencias occidentales deberían hacer más para proteger al país de los bombardeos rusos, mientras sus líderes se reunían en Bruselas para celebrar cumbres sin precedentes de la OTAN, el G7 y la Unión Europea.

Respaldando los repetidos llamamientos del presidente ucraniano Volodímir Zelenski para que se establezca una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, donde han muerto miles de personas, muchos dijeron que temían por los familiares que habían dejado atrás.

"Pedimos que nos protejan de los bombardeos (rusos) desde el cielo", dijo Svetlana, de Mykoláiv, en la estación de tren de Przemysl, no lejos de la frontera ucraniana.

"Y ayúdennos no sólo con equipamiento, sino con fuerzas de paz y soldados profesionales", dijo esta mujer de 55 años, que regresaba a su casa con su hijo para reunirse con sus padres y su hijo mayor, tras haber buscado inicialmente refugio en Polonia y Alemania.

El presidente Zelenski dijo que espera que en la reunión de Bruselas se den "pasos serios" para ayudar a Kiev a luchar contra la invasión rusa de hace un mes, que ha expulsado de sus hogares a una cuarta parte de los 44 millones de habitantes de Ucrania.

Los líderes occidentales han prometido aumentar el apoyo a Ucrania, pero el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, repitió que la alianza no enviará tropas ni aviones a Ucrania.

El ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, dijo que una zona de exclusión aérea sobre Ucrania significaría una guerra aérea entre la OTAN y Rusia y afirmó que hay que evitar la escalada.

El Kremlin dijo que la mayoría de los Estados miembros de la OTAN sufren de una comprensión "histérica e inadecuada" de lo que está sucediendo en Ucrania.

El presidente ruso Vladimir Putin envió sus tropas a Ucrania en lo que él llama una "operación militar especial" para desarmar y "desnazificar" a Ucrania. Kiev y Occidente dicen que Putin lanzó una guerra no provocada.

RECUERDOS DE CASA

La estación de Przemysl se convirtió en una importante entrada a Polonia en las primeras semanas tras la invasión, con sus pasillos y vestíbulos llenos de refugiados, voluntarios y ciudadanos que ofrecían transporte a otros países europeos.

Sin embargo, el número de personas que cruzan la frontera ha disminuido constantemente y el ambiente en la estación el jueves era tranquilo.

La Guardia de Fronteras de Polonia indicó que el miércoles cruzaron desde Ucrania unas 30.000 personas, lo que supone un descenso del 2,5% respecto al día anterior.

En Rumanía cruzaron 8.910 personas, un 4,1% menos, según los datos de la policía de fronteras. Muchos habitantes de los Estados de la UE situados en primera línea han ofrecido alojamiento a los refugiados.

El Gobierno rumano declaró a última hora del miércoles que reembolsará a los rumanos que acojan a refugiados 20 leu (4,44 dólares) al día para la comida y 50 leus al día para el alojamiento.

Por su parte, República Checa aprobó una compensación para quienes abran sus casas a los refugiados de 3.000 coronas checas (133,55 dólares) al mes por persona, hasta un máximo de 12.000 coronas por hogar.

Muchos de los 2,2 millones de personas que han huido a Polonia desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero tienen lazos con la gran diáspora ucraniana: familiares o amigos, con los que pueden buscar refugio.

Nela Kot, de 66 años, de Chérnigov, dijo que viajaba para quedarse con una hija en Dinamarca o Austria, pero que echaba de menos su hogar a pesar de la situación "catastrófica" en la ciudad fuertemente bombardeada, donde, dijo, no había electricidad ni gas.

"Queremos que (los socios occidentales) cierren (el) cielo", dijo, y añadió: "Quiero volver a casa. Veo mi casa en mis sueños todas las noches".

"Ya planté las semillas en la tierra. Mis flores crecieron como nunca antes", dijo mientras rompía a llorar.

(1 dólar estadounidense = 22,463 coronas checas)

(1 dólar estadounidense = 4,5001 leu rumano)

(Reporte de Anna Koper, Gerhard Mey y Anna Voitenko en Przemysl, Pawel Florkiewicz en Varsovia, Luiza Ilie en Bucarest, Krisztina Than en Budapest y Robert Muller y Jan Lopatka en Praga; escrito por Alan Charlish; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)