Rusia, como muchos países, ha estado desarrollando el dinero digital en los últimos dos años para modernizar su sistema financiero, agilizar los pagos y atajar la amenaza de que criptodivisas como el bitcoin ganen influencia.

El banco central ya está realizando pruebas del rublo digital con los bancos en un momento en que las sanciones contra Moscú por sus acciones en Ucrania han recortado el acceso de Rusia a grandes franjas de la infraestructura del mercado financiero mundial.

Teniendo esto en cuenta, Rusia está a la caza de medios alternativos para realizar transacciones, dijo Anatoly Aksakov, jefe del comité financiero de la cámara baja del parlamento ruso, en una entrevista con el periódico parlamentario ruso.

"El tema de los activos financieros digitales, el rublo digital y las criptodivisas se está intensificando actualmente en la sociedad, ya que los países occidentales están imponiendo sanciones y creando problemas para las transferencias bancarias, incluso en las liquidaciones internacionales", dijo Aksakov. Añadió que la dirección digital es clave porque los flujos financieros pueden eludir los sistemas controlados por países no amigos.

El banco central y el gobierno han estado enfrentados durante todo el año por la regulación de las criptodivisas. Aksakov dijo que esperaba que la legislación surgiera este año.

Añadió que el siguiente paso para el rublo digital sería lanzarlo para liquidaciones mutuas con China, que ya ha probado su yuan digital.

"Si lo lanzamos, entonces otros países comenzarán a utilizarlo activamente en el futuro, y el control de Estados Unidos sobre el sistema financiero mundial terminará efectivamente", dijo Aksakov.

A medida que las naciones occidentales han ido rehuyendo a Rusia, la cooperación con Pekín se ha vuelto cada vez más importante para Moscú. Las dos naciones han incrementado el comercio entre sí y las empresas rusas han empezado a emitir deuda en yuanes.

Algunos expertos de los bancos centrales también han sugerido que las nuevas tecnologías significan que los países podrían tratar más directamente entre sí, haciéndolos menos dependientes de los canales de pago dominados por Occidente, como el sistema SWIFT, al que muchos bancos rusos han perdido el acceso debido a las sanciones.