LONDRES, 3 oct (Reuters) -La primera ministra británica, Liz Truss, se vio obligada el lunes a dar un humillante giro en 180 grados tras menos de un mes en el poder, revirtiendo un recorte a la tasa más alta del impuesto a la renta, que contribuyó a desatar la agitación en los mercados financieros y una rebelión en su partido.

El ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, dijo que la decisión de suprimir el recorte de la tasa impositiva más alto se había tomado con "cierta humildad y contrición", después de que los legisladores de su partido reaccionaron con alarma ante una medida que favorecía a los ricos en plena recesión económica.

Elegidos por los miembros del partido, pero no por los votantes británicos, Truss y Kwarteng tratan de sacar a la economía de una racha de más de 10 años de crecimiento estancado con un plan al estilo de la década de 1980 para recortar los impuestos y la regulación, todo ello financiado con deuda.

En señal de ruptura con la "ortodoxia del Tesoro", también despidieron al funcionario de mayor rango del departamento de finanzas del Gobierno y publicaron el plan de recorte de impuestos sin acompañarlo de previsiones sobre su costo.

Los inversores -acostumbrados a que Gran Bretaña sea un pilar de la comunidad financiera mundial- se quedaron atónitos. Vendieron activos británicos a tal velocidad que la libra alcanzó un mínimo histórico frente al dólar y el costo del endeudamiento público se disparó, obligando al Banco de Inglaterra a intervenir para apuntalar los mercados.

"Es asombroso", dijo un legislador conservador, que no quiso que se lo identifique. "El daño ya está hecho. Ahora también parecemos incompetentes".

Otra persona del partido dijo que el Gobierno conservador, en el poder bajo diferentes líderes durante 12 años, pero con Truss como primera ministra sólo desde el 6 de septiembre, ya estaba tratando de "sobrevivir un día a la vez", porque la confianza y la credibilidad se agotaban.

Si bien la supresión del tipo impositivo máximo sólo supuso unos 2.000 millones de libras de los 45.000 millones de recortes fiscales no financiados, fue el elemento más espinoso de un paquete que también destinó decenas de miles de millones de libras a subvencionar los costos de la energía.

FELIZ DE POSEERLO

Menos de un día después de que Truss acudió a la cadena de TV de la BBC para defender la política, Kwarteng emitió un comunicado en el que decía que ahora aceptaba que se había convertido en una distracción.

"Hemos escuchado a la gente y sí, hay algo de humildad y contrición", dijo Kwarteng a la radio de la BBC. "Y estoy feliz de asumirlo".

El jefe de las finanzas públicas dijo que no se había planteado dimitir.

Es probable que la decisión de dar marcha atrás someta a Truss y a Kwarteng a una presión aún mayor, una nueva amenaza a la estabilidad política en un país que ha tenido cuatro primeros ministros en los últimos seis años.

A la pregunta de si debería dimitir o ser despedido, un legislador conservador dijo: "Es muy difícil, por supuesto, porque acaba de ser nombrado. Pero mi opinión es que está muy debilitado".

Truss y Kwarteng fueron elegidos parlamentarios en 2019, cuando el exlíder Boris Johnson se aseguró una victoria aplastante con un manifiesto muy diferente, prometiendo aumentar el gasto del gobierno, particularmente en las áreas más desfavorecidas de Gran Bretaña.

Si bien defendió el domingo la política de recorte de impuestos, Truss no pudo descartar que requeriría recortes en el gasto de los servicios públicos y restricciones en las ayudas sociales para equilibrar las cuentas.

Muchos conservadores advirtieron que corrían el riesgo de volver a su imagen de "partido desagradable" de hace 20 años.

El Partido Laborista dijo que el Gobierno había destruido su credibilidad económica y dañado la economía. "Tienen que revertir toda su estrategia económica, desacreditada, de goteo", dijo Rachel Reeves en un comunicado.

(1 dólar = 0,8884 libras)

(Información de Kylie MacLellan; escrito por Muvija M; editado en español por Benjamín Mejías Valencia y Javier López de Lérida)

Por Elizabeth Piper, Andrew MacAskill y Kylie MacLellan