Sin embargo, no tiene motivos para avergonzarse de sus excepcionales resultados operativos y financieros. Sus ventas se han cuadruplicado en diez años -en el periodo 2013-2023-, mientras que sus márgenes netos recuerdan más a los de una empresa de software que a los de un fabricante.

Como sabemos, los suizos han desarrollado un clúster químico de una eficiencia económica inigualable, con una serie de actores de talla mundial posicionados en lucrativos segmentos de especialidades para las industrias farmacéutica, cosmética y agroalimentaria, entre otras.

Como parte de este ecosistema, Dottikon ha obtenido este año un beneficio de 89 millones de CHF, frente a los 59 millones del año pasado y los 16 millones de CHF de hace cinco años. La expansión de los márgenes es notable -con unos beneficios que crecen a un ritmo superior al de las ventas- y el balance está completamente libre de deudas.

Firmemente controlado por su dirección -el Consejero Delegado Markus Blocher posee dos tercios del capital-, el grupo no hace absolutamente ningún esfuerzo de comunicación. Esto no le ha impedido realizar una ampliación de capital extraordinariamente favorable en 2021.

¡Qué oportunismo! En su momento, su valoración alcanzó un aberrante múltiplo de EBITDA de tres cifras. Es fácil imaginar la extrema irracionalidad que reinaba entonces, en plena pandemia. Sin duda, Dottikon habría hecho mal en no aprovecharse.

Desde entonces, la valoración ha vuelto a su media histórica de entre x20 y x25 del beneficio de explotación antes de amortizaciones. El bajo free float de Dottikon y su impresionante trayectoria de crecimiento han ofrecido hasta ahora pocas oportunidades de entrar en una caída, pero ¿quién sabe lo que nos deparará el mañana?